domingo, 20 de diciembre de 2009

varita mágica

Lo tengo que decir. Llego a casa "sana y salva" a pesar de que un tío, Miguel, amigo de Eduardo, quisiera enseñarme sus supuestos 17,5 cm. de masculinidad que guardaba en la bragueta, en medio de la pista de baile, mientras yo bailaba frenética una canción de "Grease".. En la noche todo es bastante surrealista, eso nos gusta. A mi la que más. Miguel no podía quitar los ojos de mi escote. No le culpo. Mi escote es mío. La camiseta gris desgastada, los vaqueros y las converse, también.

Es un hombre tenaz. Como todos con tres cubatas y a las tres de la mañana. No entiende un "no" por respuesta. Y piensa que estoy loca por no escuchar sus sandeces y no irme a la camita con él, cualquier sábado noche de cualquier mes. No entiende que yo busco algo mejor.  No hay nada que motive más que una negación.


Cuando salía por la puerta con el abrigo puesto, le he visto apoyado en la salida. Me estaba esperando.

Miguel:
- ¿te lo vas a perder?
Maggie:
-¿el qué?
Miguel:
-pues eso
Maggie:
- me voy a casa - y pienso: ¡dios, ni loca quiero que me enseñes nada de nada!
Miguel:
-¿sola?

Patético.

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