Son las dos de la tarde. Llueve a cántaros y las clientas parece que se han olvidado de mi. No importa, estoy leyendo el periódico con frución de lo aburrida que está siendo la mañana.
Suena la puerta de entrada y me asomo. Llega mi vecina de tienda, Chelito, siempre sonriente, al mal tiempo buena cara. Miro esos enormes ojos azules heredados de su padre, marca de la casa, y sé que quiere contarme algo. Es una chica encantadora, jovial, graciosa y guapa, da gusto estar con ella. Tenemos química, nos estamos haciendo amigas y eso me gusta, creo que a ella también. Me gusta la complicidad que hay entre nosotras. Es curioso porque aunque sé quién es desde pequeña -fuimos al mismo colegio de monjas- es ahora, a raíz de mi trabajo en la tienda, que hemos empezado a intimar.
- ¿Son ya las dos? -pregunto dando un respingo y levantándome para ir a por mis cosas
- Si, chica. El novio de Verónica me ha preguntado que qué le puede regalar. Verónica es tan especial -dice mirando los trapitos, tocando unos, descartando otros.
- ¿Te ha tocado algo en la lotería? A mi 100 eurillos -comento contenta.
- No, nada, y eso que he jugado bastante, el décimo del bar, un par de participaciones, el de la tienda y el que me regaló de mi jefe, pero nada de nada -confiesa algo abatida
-Venga, te llevo a casa que está lloviendo a mares -me ofrezco para salir rapidito de la tienda.
Nos metemos en mi coche que está aparcado enfrente de la tienda.
- He llegado esta mañana a las ocho de Madrid, me ha traído Alberto -me cuenta nada más cerrar la puerta del coche. Mi mirada le pregunta más mientras enciendo un cigarrillo.
- No nos hemos acostado, tengo la regla... -confiesa picarona.
- Será sólo por eso, que si no...-apunto riéndome a la vez que ella afirma con la cabeza, muy coqueta.
- ...pero se la he visto y la tiene enorme. ¡Enorme, enorme! -me cuenta maravillada abriendo mucho los ojos.
Rompemos en carcajdas. Y es que Chelito le da importancia al tamaño, como todas. No es lo fundamental, pero casi. A nadie le amarga un dulce. Lo de que "el tamaño no importa" es como lo de que "el dinero no da la felicidad", es un consuelo para los que no lo tienen. Es verdad que no da la felicidad, pero "mejor que sobre que no que falte". Lo mismo pasa con el tamaño.
Me cuenta que ha sido una noche fantástica, que el chaval es un genio estratega, le ha regalado un libro que ha escrito él mismo, que la trata como a una reina, es dulce y antento. Miro la tapa del libro sobre estrategia política y ahí está él, repeinado para la foto de cubierta pero muy guapo.
- Vaya, entonces también es listo y muy mono -comento mientras se pone verde el semáforo.
- Si, y quiere ir en serio, pero habrá que esperar un poco, ¿no?. Me ha mandado un mensaje esta mañana para decirme que ha dormido de maravilla esta noche a mi lado. Y dice que quiere que vaya con él a Córdoba a pasar el fin de semana que viene -brillan sus los ojos azules. Son preciosos, como para perderse.
- ¡Cuánto me alegro, en serio, me alegro un montón!. Eso me devuelve la esperanza -contesto yo apretándole la mano, viendo que es feliz.
Y pienso, eso sí que es haber ganado a la lotería. Guapo, listo, cariñoso y que se quiere tomar a Chelito en serio. Por no hablar del tamaño de su miembro, eso ya es como si te toca el gordo.
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