Artículo 79.*
La declaración de nulidad del matrimonio no invalidará los efectos ya producidos respecto de los hijos y del contrayente o contrayentes de buena fe.
La buena fe se presume.
Cuando tenía dieciséis años mis padres se separaron. En 1988 las cosas eran muy distintas a como son ahora. España estaba embriagada de libertad. Fueron unos años intensos en los que la gente empezó a salir de sus armarios a clamar al mundo entero que ya eramos libres y democráticos, hasta europeos.
Una de esas personas fue mi madre. Recuerdo borrosamente cómo se planteo la ley de divorcio y como mi madre un buen día se la aplicó. No voy a entrar en detalles, sus razones tendrían los dos. El divorcio fue arduo y duro, mucha mierda salió a relucir. El día que mi padre se fue de casa, se me cayó el mundo a los pies. Supe que nunca más iba a volver a casa. Me hice mayor, fue mi primera cicatriz.
Esa noche en la cama, después de haber llorado hasta la última lágrima seca. Cuando los gritos de la habitación contigua se callaron, después de que mi padre abriera la puerta de nuestra habitación y se despidiera diciendo que se iba por nosotros. Me juré que nunca me divorciaría.
Me juré que ningún hombre me mantendría, yo nunca le rendiría cuentas a nadie, no sería propiedad de nadie. Nunca dependería de nadie. Nunca sería la "señora de", nunca me presentaría vestida de blanco virginal -aunque mi himen hubiera pasado a la historia repetidas veces en un asiento de atrás- en medio de una gran sala, nunca pasearía del brazo de mi padre hacia el altar para jurar amor por siempre...a menos que lo fuera a cumplir.
El matrimonio es un compromiso muy fuerte, que ya nadie pretende asumir hasta sus últimas consecuencias. Se promete públicamente amar y honrar hasta que la muerte los separe. Para mi eso siempre ha sido un gran reto, que no me he creído capaz de asumir. Hoy lo que se lleva es la boda, el bodorrio, bailar y emborracharse hasta no poder más con la escusa del amor. Llevar un buen vestido y comer un solomillo. Sin ningún pudor esa misma gente que jura en publico que se va a querer toda la vida se separa a los siete años tan campante, y todo sigue, dejan de estar casados para ser divorciados y vuelven al mercado.
¿Qué vale un juramento hoy, en los años dos mil? Nada. Pues entonces yo prefiero no jurar.
Ese es mi convencimiento y por eso no me he casado. Soy soltera por convicción. Si un día encuentro alguien en quién confiar, alguien que sepa que nunca me va a dejar y que yo jamás le dejaré, alguien comprometido hasta las últimas consecuencias; entonces tal vez, y digo tal vez, después de diez o doce años de convivencia, segura de mi amor hasta la muerte, vaya a un juzgado y delante de dos testigos firme un contrato inquebrantable.
Como digo, y sé que a nadie le gusta oír eso: no creo en el divorcio. Y para no tener que divorciarme, lo mejor es no casarme.
Ley 30/1981, de 7 de julio, por la que se modifica la regulación del matrimonio en el Código Civil y se determina el procedimiento a seguir en las causas de nulidad, separación y divorcio.
Comprendo perfectamente lo que cuentas. Yo me casé con pleno convencimiento de que sería para siempre. Una boda totalmente sencilla, con poca gente, con crema catalana de postre en lugar de tarta y un baño en el río después de comer. Yo tenía una fe ciega en aquello.
ResponderEliminarHasta que abres los ojos. Y ves que aquello no funciona y que te hundes. Y que si quieres sobrevivir, tienes que salir por huevos. Aún no me he divorciado (estoy separada desde hace casi 2 años), pero llegará. Y no me casaré nunca jamás. Porque nunca me han gustado las promesas. Y para una que hice, ya ves, a la mierda.
Un saludo
Lo siento, Duschgel. A veces la vida nos pone pruebas, para que abramos los ojos.
ResponderEliminarUn saludo
Habla un casado. 10 años ya:
ResponderEliminarMe gusta lo que dices, me gusta que le des importancia a este acto y que lo consideres una promesa. Y me gusta porque me doy cuenta de que ves que una promesa obliga y que detrás anda la voluntad, por desgracia tan denostada hoy.
Las experiencias vividas en la infancia o juventud, marcan, tu lo has dicho. Pero no deberían condicionar nuestras vidas, en mi opinión.
ResponderEliminarEn cualquier caso me parece una decisión muy coherente la que tomaste
Besos Maggie
Forma, ¡felicidades 10 años es mucho ya, hoy en día! No es que lo considere una promesa, es que es una promesa, y por lo que veo eres hombre de palabra. No esperaba menos.
ResponderEliminarChinaski, bueno fue mi experiencia como la de muchos otros, lo que pasa es que a lo largo de los años se ha confirmado lo que ya me imaginaba...
Un saludo
Yo llevo 17 años con mi mujer, y me consta que no existe el amor eterno.
ResponderEliminarSólo el mero hecho de pensar en esa posibilidad es condenar la relación (te haces vago).
Se trata de vivir con tu pareja del mismo modo que si no tuvieras su amor seguro.
Lo demás, papeles o promesas, no dejan de ser "añadidos", algo así como el tutor que se pone a una plantita para que crezca recta. Lo realmente importante no es el palo, sino la planta.
¿Se nota que me gustan las plantas?
Besos.
Federico Manuel, me ha encantado la metáfora de la planta, con la que por supuesto estoy totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarLa planta es lo importante.
Yo en este caso he ido a la forma, no al fondo. No creo que los papeles garanticen que la planta crezca. En este caso me planteo las bases del palo. Para muchos el matrimonio es una boda y cuando se acaba la fiesta, y empieza la vida real, no saben cuidar la planta.
Es pensar que porque un día le eches mucho abono a tu plantita esta va a crecer sana y recta para siempre, ella solita. Hay que abonar, regar y poner un tutor todos los días, porque sino se muere o mal crece:
Un saludo y felicidades por tantos años, es un placer encontrar gente todavía comprometida.
Dura y valiente entrada, Maggie. Las promesas siempre se hacen desde el corazón; y también se rompen desde el mismo lugar. Pero soy de los que piensa que hay que seguir teniendo ilusiones: disfrutemos de ellas hasta que venga alguien y nos las rompa... O hasta que vayamos a romperlas nosotros mismos.
ResponderEliminarBesos, Maga.
Complicado tema, Maggie. Creo que nadie es partidario del divorcio, pero sí de que exista esa posibilidad. Contra lo que dices, creo que nadie se divorcia por frivolidad, es un mal menor. Para llegar a esa solución tan dura, normalmente se ha pasado por mucha amargura y, creeme, casi siempre es la mejor solución, incluso para preservar un mínimo de respeto por el otro y por uno mismo.
ResponderEliminarClaro que a todos nos gustaría que las cosas duraran para siempre, y con esa intención nos casamos. Y muchos y muchas nos dejamos la piel del alma en el intento y al final no lo conseguimos. Pero eso no es falta de compromiso ni de seriedad. Es un error que, como humanos, podemos cometer. Y no creo que haya que cargar con los errores de por vida sino buscar la mejor solución.
Tampoco creo que una experiencia mala o equivocada -ya sea propia o ajena- deba marcar nuestra vida para siempre. Cada pareja y cada relación propia es única e irrepetible y no tienen por qué reproducirse las mismas lacras. Cada relación hay que empezarla con fe y con compromiso, como si fuera la única o la primera de nuestra vida. Con papeles o sin papeles es lo de menos. No hay ni más ni menos compromiso por echar una firma delante de un juez, es una cuestión burocrática que cada uno sabe por qué lo hace o lo deja de hacer.
Omninayas, cuñan cierto es eso...pero no me gusta romper promesas, pero no juzgo a quien lo haga, es sólo mi postura. Para no romper una promesa, prefiero no prometer...
ResponderEliminarSolateras, a eso me refiero, al final el matrimonio es una cuestión burocrática al igual que el divorcio, por eso no creo que haya que firmar ningún papel para refutar un amor. Como siempre tus palabras son iluminadoras.
hum, debemos tener casi la misma edad. Aquellos maravillosos ochenta en plan adolescente. Joder, qué habrá sido de nosotros...
ResponderEliminarpor cierto, yo no creo en el matrimonio. Nunca lo he hecho, nunca lo haría.
ResponderEliminar(comentario a título personal, no hace falta que lo publiques, je)
¿porqué no voy a publicar que no crees en el matrimonio?
ResponderEliminaryo tampoco. ¿algún problema con que se sepa?
un saludo, southmac
pd. yo no tengo edad, soy maga