ejerce la autoridad,
es más cruel aún que los tiranos.
Platón (427 AC-347 AC) Filósofo griego.
Me encantan los hombres uniformados, no lo puedo evitar. Ya sé que es un tópico, una niñería, pero es que me ponen que no veas. Esos guardias civiles de tráfico con esas botas altas de cuero, que parecen de montar, con esas motos. Dios. Madre mía. Además como se supone que son la autoridad. O bueno: son la autoridad. Creo que me pone más. Reconozco que tengo, a veces en el coche, pequeños flashes de fantasías nada recatadas.
La verdad es que son tan jóvenes algunos y como tienen que estar en forma, suelen tener unos tipazos increíbles. Me ha dado cuenta que los que mejor están son los de la Comunidad de Madrid, esos con los coches a rayas rojas. Patrullan casi todos los fines de semana la frontera entre Maga la Honda y Las Fosas de Maggiz, les gusta esa rotonda.
Cuando me han parado alguna vez, he bajado la ventanilla con mis gafitas puestas, con cara de no haber roto un plato en toda mi vida y con la voz muy cadenciosa les he respondido a sus preguntas lentamente y mirándoles fijamente a los ojos. Tan fijamente como suelo mirar a los hombres cuando me los quiero ligar. Mientras el policía mira mi documentación. Yo observo todos sus movimientos. Pienso: te follo. Así, muy fuerte, muy intenso, muy concentrada en poner cara de buena. Concentrando mi pensamiento en el sexo. En sexo brutal. El poli suele devolverme mi documentación. Y con un serio "Circule" me despide. A mi esta voz autoritaria me hace estremecer. Cuando le veo girarse, por el retrovisor, no puedo evitar mirarle el culo. Así de básica, puedo llegar a ser.
Una noche me paró un guardia civil, mayor y muy serio, en la rotonda del Ciao. En esa ocasión me tocó soplar, creo que fue por que no me esforcé mentalmente lo suficiente. Era un guardía muy feo. Me había tomado cinco birras cenando y dí 0,04. Lo cual no sabia si estaba bien o mal. El picoleto me explicó que me podía ir a casa sin pasar por otro bar.
Hoy, de camino al taller del coche, en Maga la Honda he visto como una ambulancia se llevaba a alguien en el aparcamiento del restaurante de mi madre. Mi madre no está y es martes, así que está cerrado, pero he pensado que como no están, estaría bien documentar el suceso. He parado un segundo y desde el coche he hecho un par de fotos. Como estaba estacionada en la parada, he seguido rapidito porque venía un autobús.
De repente he visto a un municipal corriendo detrás de mi y gritando: "Pareee". Me he quedado a cuadros. He parado, claro. Cuando bajo la ventanilla, va el poli y me dice que le dé la cámara. En plan peli. Yo, asombrada, le digo que no, que ni de coña. Medio divertida. Entonces me obliga a hacerme a un lado y me pide la documentación, que por supuesto no llevaba encima. Sólo había salido a comprar tabaco y a hablar con los del taller. La cámara va siempre en el bolso, pero la cartera se me había olvidado sobre el escritorio.
Se pone como una furia, viene hacía la ventana del conductor. La bajo. Llevo gafas de sol negras, oscurísimas. Unas wayfarer de hace mil años. El tío está atacado hablando por su radio. Le digo que no tengo la documentación, pero que puedo darle el número de dni y mi nombre. Y me quito las gafas. Entonces le pregunto yo su nombre. Me contesta casi gritando: "Este es mi nombre, señora". Y me enseña su placa o ese escudo que lleva cosido en la camisa, con un número. Un número corto. Yo, por dentro me río. Entonces le miro, y empiezo a fantasear, creo que hasta algo cachonda.
El municipal está como una moto, de cabreo. Y como un tren, de bueno. Me percato de todo esto mientras me dice cabreado que es un policía y que según la ley de protección de datos no puedo fotografiarle.
Moreno, alto, con ojos negros -enormes-, barba de dos días.
Yo le explico que no le he hecho una foto a él, sino al suceso y a la ambulancia, y que por supuesto no voy a publicarla. Mi cerebro ya sólo registra a un macho autoritario. Mi voz va bajando octavas, se vuelve grave, lenta, mientras le digo que se calme. La leche. Empezamos a discutir si los polis salen por la tele a cara descubierta o no, y me advierte que es un delito sino puede ver la foto. Histérico, el pobre. Monisimo. Sonrio, le enseño la foto, en la que no sale -una pena-, y me deja irme al fin. Sin multa ni nada.
He pensado en decirle que si me agregaba como amiga en Facebook la podría ver, pero creo que me habría detenido por desacato.
Aunque no sé si me hubiera gustado eso. Creo que si.
Platón (427 AC-347 AC) Filósofo griego.
Me encantan los hombres uniformados, no lo puedo evitar. Ya sé que es un tópico, una niñería, pero es que me ponen que no veas. Esos guardias civiles de tráfico con esas botas altas de cuero, que parecen de montar, con esas motos. Dios. Madre mía. Además como se supone que son la autoridad. O bueno: son la autoridad. Creo que me pone más. Reconozco que tengo, a veces en el coche, pequeños flashes de fantasías nada recatadas.
La verdad es que son tan jóvenes algunos y como tienen que estar en forma, suelen tener unos tipazos increíbles. Me ha dado cuenta que los que mejor están son los de la Comunidad de Madrid, esos con los coches a rayas rojas. Patrullan casi todos los fines de semana la frontera entre Maga la Honda y Las Fosas de Maggiz, les gusta esa rotonda.
Cuando me han parado alguna vez, he bajado la ventanilla con mis gafitas puestas, con cara de no haber roto un plato en toda mi vida y con la voz muy cadenciosa les he respondido a sus preguntas lentamente y mirándoles fijamente a los ojos. Tan fijamente como suelo mirar a los hombres cuando me los quiero ligar. Mientras el policía mira mi documentación. Yo observo todos sus movimientos. Pienso: te follo. Así, muy fuerte, muy intenso, muy concentrada en poner cara de buena. Concentrando mi pensamiento en el sexo. En sexo brutal. El poli suele devolverme mi documentación. Y con un serio "Circule" me despide. A mi esta voz autoritaria me hace estremecer. Cuando le veo girarse, por el retrovisor, no puedo evitar mirarle el culo. Así de básica, puedo llegar a ser.
Una noche me paró un guardia civil, mayor y muy serio, en la rotonda del Ciao. En esa ocasión me tocó soplar, creo que fue por que no me esforcé mentalmente lo suficiente. Era un guardía muy feo. Me había tomado cinco birras cenando y dí 0,04. Lo cual no sabia si estaba bien o mal. El picoleto me explicó que me podía ir a casa sin pasar por otro bar.
Hoy, de camino al taller del coche, en Maga la Honda he visto como una ambulancia se llevaba a alguien en el aparcamiento del restaurante de mi madre. Mi madre no está y es martes, así que está cerrado, pero he pensado que como no están, estaría bien documentar el suceso. He parado un segundo y desde el coche he hecho un par de fotos. Como estaba estacionada en la parada, he seguido rapidito porque venía un autobús.
De repente he visto a un municipal corriendo detrás de mi y gritando: "Pareee". Me he quedado a cuadros. He parado, claro. Cuando bajo la ventanilla, va el poli y me dice que le dé la cámara. En plan peli. Yo, asombrada, le digo que no, que ni de coña. Medio divertida. Entonces me obliga a hacerme a un lado y me pide la documentación, que por supuesto no llevaba encima. Sólo había salido a comprar tabaco y a hablar con los del taller. La cámara va siempre en el bolso, pero la cartera se me había olvidado sobre el escritorio.
Se pone como una furia, viene hacía la ventana del conductor. La bajo. Llevo gafas de sol negras, oscurísimas. Unas wayfarer de hace mil años. El tío está atacado hablando por su radio. Le digo que no tengo la documentación, pero que puedo darle el número de dni y mi nombre. Y me quito las gafas. Entonces le pregunto yo su nombre. Me contesta casi gritando: "Este es mi nombre, señora". Y me enseña su placa o ese escudo que lleva cosido en la camisa, con un número. Un número corto. Yo, por dentro me río. Entonces le miro, y empiezo a fantasear, creo que hasta algo cachonda.
El municipal está como una moto, de cabreo. Y como un tren, de bueno. Me percato de todo esto mientras me dice cabreado que es un policía y que según la ley de protección de datos no puedo fotografiarle.
Moreno, alto, con ojos negros -enormes-, barba de dos días.
Yo le explico que no le he hecho una foto a él, sino al suceso y a la ambulancia, y que por supuesto no voy a publicarla. Mi cerebro ya sólo registra a un macho autoritario. Mi voz va bajando octavas, se vuelve grave, lenta, mientras le digo que se calme. La leche. Empezamos a discutir si los polis salen por la tele a cara descubierta o no, y me advierte que es un delito sino puede ver la foto. Histérico, el pobre. Monisimo. Sonrio, le enseño la foto, en la que no sale -una pena-, y me deja irme al fin. Sin multa ni nada.
He pensado en decirle que si me agregaba como amiga en Facebook la podría ver, pero creo que me habría detenido por desacato.
Aunque no sé si me hubiera gustado eso. Creo que si.
Tú es que has hecho bien poniéndote ese nombre de Mágica. A mí me hubiera metido una... multa, de tres pares. Y no por el tema de la foto, sino que la cosa hubiese ido ascendiendo casi seguro.
ResponderEliminarVoy a tener que moderarme un poco :P
jajaja, Elektra, ¿que la "cosa" hubiese ascendido? En eso mismo estaba pensando yo...¡tendrías que haberle visto!
ResponderEliminarUn besazo y deja la moderación para los comentarios ;-P
Desde luego eso es jugar con fuego y lo demás son tonterías. Es que te aprtes de risa en mitad del peligro y como si nada. Divertido. Y preocupante.
ResponderEliminar¡¡¡Toma yaaaaaaaaa!!! Pero... ¿realmente consigues poner cara de buena con esos pensamientos? Jajajaja, eres la repera. ¡En directo querría verte, en directo!
ResponderEliminar(Palabra de verificación: "dermis". Con estos posts tan requetecalientes me saldrá un día "pene", pero fijo XD)
Es que se te va el santo al cielo... y no te importa nada.. ni la multa...y aunque representan el orden te vuelves tan transgresora...verdad?
ResponderEliminarMe ha encantado leerte, me has hecho gracia...y gracias por este blog tan bonito.
Ai señora... que se ha enamorado usted.
ResponderEliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
David, pues la verdad es que en situaciones peligrosas siempre me ha entrado la risa, como copiando en los exámenes y esas cosas...
ResponderEliminarUn saludo y gracias por tu visita
Dusch, jajajaja, pues la verdad es que con las gafillas debo tener cara entre modosilla y perversa!! Y por cierto, que yo también noto la llegada de la primavera, de repente todos los hombres son más guapos. ¿porqué será?
Un besazo
marián, la verdad es que las multas me han dado siempre un poco igual...Me alegro de que te haya gustado.
Muchas gracias por tu visita, comentario y cumplido
Un beso
Mi querido Don Completo, si, podría decirse que es lo más cerca que he estado de enamorarme en los últimos meses.
A sus pies
pd: he seguido su consejo, y tal vez me detengan por la calle ;P
Es curioso, la gente con uniforme a mí me asusta. Toda. Con cualquier uniforme. Por unas cosas u otras.
ResponderEliminarSerá que no me gusta la gente que va uniformada por la vida.
Southmac, claro, a mi también, pero creo que es ese miedo al uniforme lo que me pone...o eso creo. La verdad es que no puedo decir por qué, simplemente me sucede. Lo que si he comprobado a lo largo de los años es que el miedo me pone...supongo que será una patología más...
ResponderEliminarUn beso