que no ha pasado
a través del infierno
de sus pasiones,
no las ha superado nunca.
Carl Gustav Jung (1875-1961) Psicólogo y psiquiatra suizo.
No sé lo que me ha dado, pero me he puesto a ordenar la habitación como si fuera un cadete de West Ponit que pasa revista. Desde que ha empezado el calor he notado una creciente energía. Supongo que algo así deben sentir los paneles solares cuando el sol les hace trabajar. Ayer saqué todos los muebles de mi habitación al pasillo. Empecé a eso de las doce de la mañana. Acabé a las ocho de la tarde, por supuesto con sus correspondientes pausas. Arreglé el ventilador del techo, de paso lo limpié. Creo que en los quice años que lleva colgado no lo había limpiado nunca. Impresionante, la capa de polvo. Terminé destrozada. Una paliza descomunal. No estoy acostumbrada a los trabajos caseros. ¡Diosa, quá cansada terminé!
En este afán por poner todo en orden en mi vida, como si me fuera a morir mañana, he dejado, por fin, a mi pobre escoba en el hospital. Operación de chapa y pintura, dos partes al seguro. Hace dos años que no doy ninguno, así que el mecánico, con palillo en la boca y todo, me a convencido de que pueden arreglarle un montón de bollos con sólo dos partes. Veremos cómo termina eso. Pero, como ya he dicho, la escoba se merece lo mejor. También la van a mirar por dentro, una revisión integral. Va ha quedar como nueva cuando salga, en plan Belén Esteban. Espero que mejor. Guapa por dentro y por fuera.
Ahora tengo una escoba prestada que se las pela. Tiene mucha más cilindrada, mucho más tirón pero también consume el doble. Mi padre, cuando me ha dado las llaves, me miraba temeroso. No porque pase nada, sino por mi insistencia en no poner el papelito de la ORA. Nunca. Es una actitud mía en la vida. Paso de parquímetros. Pura rebeldía. Supongo que un día me pueden meter en la cárcel por no pagar las multas de aparcamiento. Ya se sabe cómo se las traen en los ayuntamientos últimamente. Pero creo, que hasta me gustaría. Sin embargo, a mi padre no quiero que le hagan nada, así que le he prometido que a su coche le pagaré el parking, qué menos.
Así que la operación retorno, va viento en popa. Después del descalabro total, del viaje al averno. El único problema que me inquieta ahora, sobre todo cuando tengo un minuto para pensar, es el siguiente: y si ahora que empiezo a levantar la cabeza, a poder ver el mundo con otros ojos, después del gran hundimiento, viene otro joputa y vuelve a joderme sin piedad. No creo que yo ya aguante muchos desamores de éstos. Me parece que ya estoy mayor para tanta jodienda. Por esta historia con el Capitán casi me muero. De pena. De angustia. De dolor. Un dolor que no creía que era capaz que sentir.
He pasado por los peores sentimientos por los que puede pasar un ser humano. Ira. Odio. Cólera. Rabia. Desprecio. Ha sido muy duro. Inaguantable, por momentos. Ahora, con cierta distancia, pienso que prefiero evitar que me suceda algo así de nuevo. No es que no quiera encontrar el jodido amor de nuevo, lo que no quiero encontrarme de nuevo es el más jodido desamor.
Carl Gustav Jung (1875-1961) Psicólogo y psiquiatra suizo.
No sé lo que me ha dado, pero me he puesto a ordenar la habitación como si fuera un cadete de West Ponit que pasa revista. Desde que ha empezado el calor he notado una creciente energía. Supongo que algo así deben sentir los paneles solares cuando el sol les hace trabajar. Ayer saqué todos los muebles de mi habitación al pasillo. Empecé a eso de las doce de la mañana. Acabé a las ocho de la tarde, por supuesto con sus correspondientes pausas. Arreglé el ventilador del techo, de paso lo limpié. Creo que en los quice años que lleva colgado no lo había limpiado nunca. Impresionante, la capa de polvo. Terminé destrozada. Una paliza descomunal. No estoy acostumbrada a los trabajos caseros. ¡Diosa, quá cansada terminé!
En este afán por poner todo en orden en mi vida, como si me fuera a morir mañana, he dejado, por fin, a mi pobre escoba en el hospital. Operación de chapa y pintura, dos partes al seguro. Hace dos años que no doy ninguno, así que el mecánico, con palillo en la boca y todo, me a convencido de que pueden arreglarle un montón de bollos con sólo dos partes. Veremos cómo termina eso. Pero, como ya he dicho, la escoba se merece lo mejor. También la van a mirar por dentro, una revisión integral. Va ha quedar como nueva cuando salga, en plan Belén Esteban. Espero que mejor. Guapa por dentro y por fuera.
Ahora tengo una escoba prestada que se las pela. Tiene mucha más cilindrada, mucho más tirón pero también consume el doble. Mi padre, cuando me ha dado las llaves, me miraba temeroso. No porque pase nada, sino por mi insistencia en no poner el papelito de la ORA. Nunca. Es una actitud mía en la vida. Paso de parquímetros. Pura rebeldía. Supongo que un día me pueden meter en la cárcel por no pagar las multas de aparcamiento. Ya se sabe cómo se las traen en los ayuntamientos últimamente. Pero creo, que hasta me gustaría. Sin embargo, a mi padre no quiero que le hagan nada, así que le he prometido que a su coche le pagaré el parking, qué menos.
Así que la operación retorno, va viento en popa. Después del descalabro total, del viaje al averno. El único problema que me inquieta ahora, sobre todo cuando tengo un minuto para pensar, es el siguiente: y si ahora que empiezo a levantar la cabeza, a poder ver el mundo con otros ojos, después del gran hundimiento, viene otro joputa y vuelve a joderme sin piedad. No creo que yo ya aguante muchos desamores de éstos. Me parece que ya estoy mayor para tanta jodienda. Por esta historia con el Capitán casi me muero. De pena. De angustia. De dolor. Un dolor que no creía que era capaz que sentir.
He pasado por los peores sentimientos por los que puede pasar un ser humano. Ira. Odio. Cólera. Rabia. Desprecio. Ha sido muy duro. Inaguantable, por momentos. Ahora, con cierta distancia, pienso que prefiero evitar que me suceda algo así de nuevo. No es que no quiera encontrar el jodido amor de nuevo, lo que no quiero encontrarme de nuevo es el más jodido desamor.
Ni creo que decir tenga que no existe uno sin lo otro, ¿verdad?
ResponderEliminarBueno, Maga, en cuanto a lo del cambio de muebles yo soy mucho más radical. Directamente cambio de casa, y así de paso hasta me restauro entera. Me suelo aburrir mucho, y de los espacios cerrados mejor ni hablemos. Jamás me compraré una casa, salvo que esté forrada hasta las cejas. Conclusión: jamás tendré una casa ;)
ResponderEliminarPor otro lado está el Capitán y tu miedo. Pero, qué quieres que te diga, cuando mejor te encuentres seguro que tienes una época corta de relax, y después, cuando hayas aprendido a disfrutar de ello, pues ya sabes, ¿no?
Es la vida, y la muy puta tiene los lapsos tomados, así que no suele equivocarse.
Besos renovados, Maggie-Mágica. Y respira...
Hola Flaura, parece que si, que es así...pero yo espero que elgún día no tenga que ser así. Bueno la esperanza es lo último que se pierde.
ResponderEliminarbesos
Querida Elektra, no parecemos más de lo que crees. Cuando vivía en alemania me muedé cinco veces en siete años. Ahora las posibilidades de mudanza están algo reducidas, pero ya sueño con mudarme a Italia, jajaja. Tampoco tendré una casa, mi casa es el mundo. Las hipotecas deprimen.
Con respecto a mis miedos, sólo decirte que se han acrecentado después de este maldito invierno, espero que la primavera se los lleve, para que antes del verano vuelva a ser la misma maga moderna de siempre.
Mil besotes!!!
Bueno Maga, la mayoría conocemos más de desamor que de lo otro, que ya ni me acuerdo cómo se llamaba.
ResponderEliminarBuena terapia la de la limpieza y cambiar las cosas de sitio. Supongo que es darle a todo un lugar nuevo.
Yo suelo emborracharme, vengarme de los capitanes en cuerpos de otros y un sinfín de ejemplos burdos no aptos para señoritas.
Creo que lo mejor es resolver los duelos y seguir adelante.
No hay fracasos, todo es experiencia de vida.
Un abrazo.
Clo.
Hola Clo, la verdad es que yo hago prácticamente lo mismo que tú. Vampirizo incautos, meriendo veinteañeros, me mato a gin-tonics, y un montón de otras locuras que pienso contar aquí, una por una, jajaja
ResponderEliminarLo del duelo, me ha gustado, sobre todo si es al sol, y lo de los fracasos...bien, esa es una palabra que llevo tatuada en el corazón.
Gracias por tus palabras y tu visita,
Un saludo de la maga