primero tienes que crear un universo.
Carl Sagan (1934-1996) Astrónomo estadounidense.
¿Qué es un hecho improbable? Improbable es que España gane el mundial, que la tasa de paro vuelva al 8% en pocos meses o que yo consiga enamorarme el próximo fin de semana. Improbable es que deje de sentirme fuera de este mundo hecho de anuncios de bancos simpáticos y cremas faciales que te devuelven la juventud a golpe de porcentaje, como los bancos. Improbable es que el límite de velocidad sea de 140 km/h o que no haya límite, como en Alemania. Improbable es que yo aprenda a tocar el bajo, para irme de gira con un grupo alternativo. Improbable. No imposible. Improbable es también la existencia de un ser superior. No se puede probar, pero el ser humano desde que aprendió que con una piedra se puede conseguir comida, sabe que hay algo hay fuera, se han dado multitud de explicaciones, miles de religiones, ritos, rituales, de todo se han inventado nuestros ancestros para explicar "eso". "Eso" es lo que siente cada humano alguna vez en su vida. Cuando sin poder probarlo o por una de esas casualidades de la vida, sabe, a ciencia cierta, que ha habido "algo" que le ha salvado inexplicablemente. Pura magia.
Unos lo llaman la fuerza de la madre Tierra, otros Dios, y otros no se atreven ponerle nombre. Cuando uno contempla el horizonte y ve el sol ponerse, incandescente y poderoso, reflejando sus rayos en las nubes con formas que no podría haber creado ningún ser terrestre. Si, muchas veces la contemplación de la Naturaleza nos da el reflejo de una fuente superior a nosotros. Una fuente incomprensible que nuestros sentidos sólo pueden intuir. Todos lo sabemos, lo hemos sentido alguna vez. Espectáculos grandiosos como los rayos en una tormenta de verano, tan pequeños como la forma perfecta de la espalda de la mujer amada dormida. Es difícil de reconocer cuando ese brillo especial nos quiere dar a entender que no puede ser casualidad. Que hay algo detrás de tanta perfección y caos. Si, no puede ser. Son demasiadas casualidades. Es como cuando una, con catorce años, hace todo lo posible por hacerse la encontradiza con el chico de la clase de al lado que le gusta. Todo está estudiado, para que resulte casual: las horas de recreo, la cola del comedor, las salidas al baño, y el pobrecillo se cree que todo es así por casualidad. Pobre iluso.
Creo que es lo mismo que nos pasa a los humanos. La constante lucha por conseguir lo que nos proponemos, la tele más grande o los zapatos de moda, la casa de nuestros sueños o ese niño tan deseado nos deja casi exhaustos para ver que en las piedras del camino está la gracia. Son esas las bromitas del Destino las que me arrancan una sonrisa cuando ya estoy apunto de tirar la toalla. Por eso sigo creyendo en el Amor Verdadero y no pierdo la Fe en las personas, porque sé que todos sabemos dónde está la Verdad. Lo que pasa es que creemos que la mentira duele menos, como me dijo el tipo de la chupa hace unas semanas. Mejor no mirar, por lo que puedas ver. No, la mentira duele mucho más. La verdad sólo libera. Sólo a través de Amor y Verdad llegamos a conocernos a nosotros mismos, a nuestros vecinos y por extensión a todo cuanto nos rodea. Entonces vemos como "algo" intenta hacerse el encontradizo con nosotros, alguien que nos quiere, como cuando eramos niños.
Si paseas sola por un parque y dejas de pensar en todas las cosas que tienes que conseguir para ser feliz. Un trabajo, una pareja, unos hijos, una sartén...Respiras hondo y hueles el césped recién cortado o mitas el reflejo del agua en la fuente mohosa, y te das cuenta que nada importa, que lo único importante es seguir respirando. Sé que la existencia de un ser superior a nosotros -que estamos en la punta de la pirámide evolutiva, y por lo tanto nos lo tenemos muy subido- es improbable. Pero simplemente es eso, no se puede probar. Pero no es imposible. Es simplemente algo que no se puede demostrar, a pesar de todas las demostraciones que cada día se pueden observar. Yo por lo pronto seguiré creyendo en los hechos improbables, porque son eso los que hacen de la vida lo que es. Y a lo mejor hasta España gana el Mundial, ¿quién sabe?. Prueba lo improbable. ¡Dale un mordisco a sea manzana!, que es ácida y dulce, y verás que todo se transforma, porque nada se pierde, todo es energía.
Todos los átomos de la tierra siguen aquí desde la Creación. Nunca nos vamos, nada se pierde. Los átomos del aire a tormenta que respiro, los átomos de tu mano, son los mismos, y no vienen ni se van a ningún otro sitio. Eso me parece curioso. Siempre me lo ha parecido. Estamos hechos de la materia de las estrellas, suena cursi, pero es cierto. Y aunque hace miles de años, nadie pudo ver un átomo, los griegos ya sabían que existían. Lo mismo pasa con el hecho improbable de la existencia de un ser superior, todopoderoso. No se puede ver, pero se puede probar, en cada beso que me diste y que me darás, en cada caricia y contacto. En el fondo de tus pupilas. Eso supongo que no es suficiente para muchos, pero ¡que me importa a mi!. Si lo importante es que yo lo sepa. La confianza en que este hecho improbable, es probable, me arranca sonrisillas cómplices de camino a casa.
Carl Sagan (1934-1996) Astrónomo estadounidense.
¿Qué es un hecho improbable? Improbable es que España gane el mundial, que la tasa de paro vuelva al 8% en pocos meses o que yo consiga enamorarme el próximo fin de semana. Improbable es que deje de sentirme fuera de este mundo hecho de anuncios de bancos simpáticos y cremas faciales que te devuelven la juventud a golpe de porcentaje, como los bancos. Improbable es que el límite de velocidad sea de 140 km/h o que no haya límite, como en Alemania. Improbable es que yo aprenda a tocar el bajo, para irme de gira con un grupo alternativo. Improbable. No imposible. Improbable es también la existencia de un ser superior. No se puede probar, pero el ser humano desde que aprendió que con una piedra se puede conseguir comida, sabe que hay algo hay fuera, se han dado multitud de explicaciones, miles de religiones, ritos, rituales, de todo se han inventado nuestros ancestros para explicar "eso". "Eso" es lo que siente cada humano alguna vez en su vida. Cuando sin poder probarlo o por una de esas casualidades de la vida, sabe, a ciencia cierta, que ha habido "algo" que le ha salvado inexplicablemente. Pura magia.
Unos lo llaman la fuerza de la madre Tierra, otros Dios, y otros no se atreven ponerle nombre. Cuando uno contempla el horizonte y ve el sol ponerse, incandescente y poderoso, reflejando sus rayos en las nubes con formas que no podría haber creado ningún ser terrestre. Si, muchas veces la contemplación de la Naturaleza nos da el reflejo de una fuente superior a nosotros. Una fuente incomprensible que nuestros sentidos sólo pueden intuir. Todos lo sabemos, lo hemos sentido alguna vez. Espectáculos grandiosos como los rayos en una tormenta de verano, tan pequeños como la forma perfecta de la espalda de la mujer amada dormida. Es difícil de reconocer cuando ese brillo especial nos quiere dar a entender que no puede ser casualidad. Que hay algo detrás de tanta perfección y caos. Si, no puede ser. Son demasiadas casualidades. Es como cuando una, con catorce años, hace todo lo posible por hacerse la encontradiza con el chico de la clase de al lado que le gusta. Todo está estudiado, para que resulte casual: las horas de recreo, la cola del comedor, las salidas al baño, y el pobrecillo se cree que todo es así por casualidad. Pobre iluso.
Creo que es lo mismo que nos pasa a los humanos. La constante lucha por conseguir lo que nos proponemos, la tele más grande o los zapatos de moda, la casa de nuestros sueños o ese niño tan deseado nos deja casi exhaustos para ver que en las piedras del camino está la gracia. Son esas las bromitas del Destino las que me arrancan una sonrisa cuando ya estoy apunto de tirar la toalla. Por eso sigo creyendo en el Amor Verdadero y no pierdo la Fe en las personas, porque sé que todos sabemos dónde está la Verdad. Lo que pasa es que creemos que la mentira duele menos, como me dijo el tipo de la chupa hace unas semanas. Mejor no mirar, por lo que puedas ver. No, la mentira duele mucho más. La verdad sólo libera. Sólo a través de Amor y Verdad llegamos a conocernos a nosotros mismos, a nuestros vecinos y por extensión a todo cuanto nos rodea. Entonces vemos como "algo" intenta hacerse el encontradizo con nosotros, alguien que nos quiere, como cuando eramos niños.
Si paseas sola por un parque y dejas de pensar en todas las cosas que tienes que conseguir para ser feliz. Un trabajo, una pareja, unos hijos, una sartén...Respiras hondo y hueles el césped recién cortado o mitas el reflejo del agua en la fuente mohosa, y te das cuenta que nada importa, que lo único importante es seguir respirando. Sé que la existencia de un ser superior a nosotros -que estamos en la punta de la pirámide evolutiva, y por lo tanto nos lo tenemos muy subido- es improbable. Pero simplemente es eso, no se puede probar. Pero no es imposible. Es simplemente algo que no se puede demostrar, a pesar de todas las demostraciones que cada día se pueden observar. Yo por lo pronto seguiré creyendo en los hechos improbables, porque son eso los que hacen de la vida lo que es. Y a lo mejor hasta España gana el Mundial, ¿quién sabe?. Prueba lo improbable. ¡Dale un mordisco a sea manzana!, que es ácida y dulce, y verás que todo se transforma, porque nada se pierde, todo es energía.
Todos los átomos de la tierra siguen aquí desde la Creación. Nunca nos vamos, nada se pierde. Los átomos del aire a tormenta que respiro, los átomos de tu mano, son los mismos, y no vienen ni se van a ningún otro sitio. Eso me parece curioso. Siempre me lo ha parecido. Estamos hechos de la materia de las estrellas, suena cursi, pero es cierto. Y aunque hace miles de años, nadie pudo ver un átomo, los griegos ya sabían que existían. Lo mismo pasa con el hecho improbable de la existencia de un ser superior, todopoderoso. No se puede ver, pero se puede probar, en cada beso que me diste y que me darás, en cada caricia y contacto. En el fondo de tus pupilas. Eso supongo que no es suficiente para muchos, pero ¡que me importa a mi!. Si lo importante es que yo lo sepa. La confianza en que este hecho improbable, es probable, me arranca sonrisillas cómplices de camino a casa.