es el móvil
de cada descubrimiento.
Cesare Pavese (1908-1950) Poeta y novelista italiano.
Ayer pasé una tarde genial. La verdad, es que no se puede llamar de otra forma, porque la pasé con dos genios, si, genios, esos de los que salen de una lámpara. Y es que, a veces, si frotas algo muy viejo, o arreglas algo roto, de dentro sale un genio que puede cumplir tus 3 deseos...Ayer volé con mi escoba -recién terminada de pagar por la maldición de la financiación, después de seis años- hasta el bonito pueblo de la Sierra Madrileña de Becerro de Oro a ver la casa vecina a la de Zaca Ventura.
La casa me encantó, el pueblo es el típico de sierra y los dueños de la casa parecen buena gente. ¡Quién me iba a mi a decir, que cinco años después de salir con este argentino kilométrico iba a convertirme, lo más posible, en su vecina puerta con puerta!. Y es que, como dice la canción, la vida te da sorpresas. Sorpresas te da la vida. Buenas y malas, para que engañarnos, esta es una buena sorpresa, porque Zaca es un buen hombre, un chiquillo grande de la otra parte del mundo que se encuentra en su casa, aquí, en este Madrid nuestro de cada día.
Después de ver la casa, me acerqué a tocar la puerta de mi futuro vecino, y como es mi fea costumbre le desperté de la siesta. Nos tomamos unas cañas en su terracita y a las siete, después de pasar la tarde con él. Subí en la escoba y en cuarenta minutos ya estaba en las Descalzas tomando otro tercio esperando al Tipo de la Chupa. Si, chicos, a ese. Hemos vuelto a quedar. Ya sé lo que estáis pensando. Pero tenía que verle de nuevo, después de haberle puesto de vuelta y media, y de haberle mandado prácticamente a tomar por dónde amargan los pepinos, tenía que verle y decirle que todas esas cosas que le dije aquel domingo no iban con él. Sólo fue la gota que colmó el vaso. Mi bronca descomunal y desproporcionada fue toda la mierda que me tenía guardada en el corazón y que jamás le he soltado al puñetero Sr. García.
Así que pasamos la tarde de turistas por la Gran Vía, en el Museo Chicote, viendo las faldas demasiado cortas y los tacones nunca demasiado altos de las chavalas a la caza, mientras Héctor tomaba su caipirnha como si fuera la medicina contra su fiebre del heno. Yo bebí mucha agua y un par de cafés y una cerveza -que si no, no soy yo- porque en mi línea desastre, llegué borracha a la cita con Héctor después de beberme el río de cerveza en casa de Zaca. Vamos, un angelito, yo.
Os podréis imaginar la cara de Héctor, cuando le digo que vengo ya tajada un viernes a las ocho de la tarde. Menos mal que él es muy comedido, y lo que piensa se lo guarda. Eso le hace parecer un chico formal y muy educado. Y así fue. Eso no quita que, aunque hayan pasado un par de semanas sin vernos, yo siga pensando que tiene -lo que se dice vulgarmente- un polvazo. Pero bueno, yo me mantuve tranquila, y no me le lancé a la yugular, cual vampira que soy desde que el Capitán me infectó. Después de una tarde en la que Héctor estuvo conmigo hasta que se me pasó el pedo y en la que también puede conocerle mejor, sólo puedo insistir en aquello de que la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Sobre todo cuando sacas al genio de la lámpara.
Cesare Pavese (1908-1950) Poeta y novelista italiano.
Ayer pasé una tarde genial. La verdad, es que no se puede llamar de otra forma, porque la pasé con dos genios, si, genios, esos de los que salen de una lámpara. Y es que, a veces, si frotas algo muy viejo, o arreglas algo roto, de dentro sale un genio que puede cumplir tus 3 deseos...Ayer volé con mi escoba -recién terminada de pagar por la maldición de la financiación, después de seis años- hasta el bonito pueblo de la Sierra Madrileña de Becerro de Oro a ver la casa vecina a la de Zaca Ventura.
La casa me encantó, el pueblo es el típico de sierra y los dueños de la casa parecen buena gente. ¡Quién me iba a mi a decir, que cinco años después de salir con este argentino kilométrico iba a convertirme, lo más posible, en su vecina puerta con puerta!. Y es que, como dice la canción, la vida te da sorpresas. Sorpresas te da la vida. Buenas y malas, para que engañarnos, esta es una buena sorpresa, porque Zaca es un buen hombre, un chiquillo grande de la otra parte del mundo que se encuentra en su casa, aquí, en este Madrid nuestro de cada día.
Después de ver la casa, me acerqué a tocar la puerta de mi futuro vecino, y como es mi fea costumbre le desperté de la siesta. Nos tomamos unas cañas en su terracita y a las siete, después de pasar la tarde con él. Subí en la escoba y en cuarenta minutos ya estaba en las Descalzas tomando otro tercio esperando al Tipo de la Chupa. Si, chicos, a ese. Hemos vuelto a quedar. Ya sé lo que estáis pensando. Pero tenía que verle de nuevo, después de haberle puesto de vuelta y media, y de haberle mandado prácticamente a tomar por dónde amargan los pepinos, tenía que verle y decirle que todas esas cosas que le dije aquel domingo no iban con él. Sólo fue la gota que colmó el vaso. Mi bronca descomunal y desproporcionada fue toda la mierda que me tenía guardada en el corazón y que jamás le he soltado al puñetero Sr. García.
Así que pasamos la tarde de turistas por la Gran Vía, en el Museo Chicote, viendo las faldas demasiado cortas y los tacones nunca demasiado altos de las chavalas a la caza, mientras Héctor tomaba su caipirnha como si fuera la medicina contra su fiebre del heno. Yo bebí mucha agua y un par de cafés y una cerveza -que si no, no soy yo- porque en mi línea desastre, llegué borracha a la cita con Héctor después de beberme el río de cerveza en casa de Zaca. Vamos, un angelito, yo.
Os podréis imaginar la cara de Héctor, cuando le digo que vengo ya tajada un viernes a las ocho de la tarde. Menos mal que él es muy comedido, y lo que piensa se lo guarda. Eso le hace parecer un chico formal y muy educado. Y así fue. Eso no quita que, aunque hayan pasado un par de semanas sin vernos, yo siga pensando que tiene -lo que se dice vulgarmente- un polvazo. Pero bueno, yo me mantuve tranquila, y no me le lancé a la yugular, cual vampira que soy desde que el Capitán me infectó. Después de una tarde en la que Héctor estuvo conmigo hasta que se me pasó el pedo y en la que también puede conocerle mejor, sólo puedo insistir en aquello de que la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Sobre todo cuando sacas al genio de la lámpara.
Parece que te trasladas de casa y te vas a la sierra, no tiene mala pinta con ese vecinito argentino. No está nada mal soltar lo que piensas sin maquillajes. Besos.
ResponderEliminarMe tenías asustado. Pensaba: "ahora se vuelve a enrollar con el de la chupa = más de 3 polvos= enamoramiento. Y ya tenemos el drama montao"
ResponderEliminar¡Resiste, Maga!
¡ peligro,peligro!
ResponderEliminarHola Wendy, si me mudo, pronto y a la Sierra, eso me vendrá muy bien, y mi vecino es un cielo. Desde luego que no está mal soltar lo que pienso, sin maquillaje, maquillada me voy de marchaaaa. bueno esa es la razón por la que tengo mis confesiones, para confesar lo que quiera.
ResponderEliminarGracias por tus visitas y comentarios, cielo
Desclasado, eres un crack, hijo, pero no te creas que yo odio los dramas, me van más las comedias, y sobretodo las románticas. Pero cuando me hacen daño, me duele. Y, por cierto, que la regla de los 3 polvos es una media, y no siempre aplicable a toda la muestra.
Un besote
murci, si, algo de peligro hay, pero como en todo...intentaré alejarlo de mi.
besos
¿La regla de los 3 polvos no es aplicable a toda la muestra?
ResponderEliminarJe-je-je.
La verdad es que es una chorrada de regla, pero como me hizo gracia...
Sois muy flexibles con la regla, yo suelo dejarlo en uno, dos a los más, quizas debería ser menos rígida en esto.
ResponderEliminarMagie, los cambios pueden ser muy positivos.
Besos.
No es cierto, Wendy, la flexible es la maga. Yo soy tan rígido en ese aspecto, que la tira de veces lo dejo en... ninguno.
ResponderEliminar