lunes, 14 de diciembre de 2009

romper con un encantamiento

Tengo un amigo encantado. Enamorado hasta las trancas de una chica que le dice que quiere que sean amigos. La encantadora le dice eso, pero actúa de otra forma. Se deja querer por él, se apunta a todos los planes que él le propone, se enrrollan... Vamos, que tiene un lío en toda regla. Pablo se abrió el pecho en canal una buena noche, después de varias citas perfectas y le presentó su corazón en bandeja para que ella se lo comiera. El encanto de chica se sintió muy halagada y le rechazó con la frase más lapidaria de toda la historia: "ahora no puedo tener una relación, pero podemos ser amigos". Ploff. Y la losa cayó. No hay nada que hacer, la chica no quiere y le cuenta un cuento sobre una princesa que perdió su trabajo y su novio al mismo tiempo. Pero quiere seguir viéndole como "amigomante". Y zas, ya se ha encantado Pablito. No hay encantamiento más poderoso que lo que no podemos tener.

Mi amigo es bueno, listo y sensible. Es el tipo de hombre que nada más verle sabes que puedes confiar en él. Opina que los hombres y las mujeres que sienten atracción física no pueden ser verdaderos amigos. Pero a la vez le sigue el juego a la perla, con tal de verla. Un juego difícil. No se puede fingir una amistad sin pagar el precio del dolor si la otra persona te gusta más de la cuenta.

Yo le expliqué mi teoría de las Relaciones Informales. Pienso que hay personas que merece la pena conocer, darse tiempo y ver cómo se desarrollan las cosas. Intentar dejar de lado el amor. Basarse simplemente en la atracción física y la conexión intelectual. Puede hacerse, no todos pueden y sobre todo, no se puede hacer con todos. Es arriesgado y a veces no compensa el dolor que puede causar. Otras, si.

A mi me ha salido bien en varias ocasiones. En una, él se convirtió en un buen amigo a lo largo de los años y en otra fue mi pareja durante 5 años, y seguimos en contacto 10 años después. Cuando decido tener una relación informal siempre lo hago desde el punto de vista de la amistad, si me doy cuenta que esa persona no es capaz de ser mi amigo, le dejo. A veces con todo el dolor de mi alma. Otras veces simplemente la relación se va apagando. Y en otras nos hacemos amantes: salimos, reímos, follamos, quedamos con amigos comunes y nos vamos conociendo, hasta que uno de los dos pone las cartas sobre la mesa. Se habla y si hay respeto por el otro, se soluciona. Con tiempo y perspectiva, las piezas van encajando y al final queda una muy buena amistad. Con más confianza, que es más íntima, y dónde hay más complicidad.

Amigos míos, que antes han sido amantes, son ahora confidentes. Les quiero y cuento con ellos. Sé que estarán a mi lado el día que los necesite. Me lo han demostrado. Eso le cuento a Pablo tomando una café al sol y él se ríe con mis historias. También es verdad que ha habido muchos más intentos fallidos, fracasos estrepitosos que me quitan las ganas de volver a intentarlo. Me lo estoy planteando. Porque como dice Pablo: "yo ya tengo muchos amigos y lo que quiero es otra cosa". Lo que viene a ser una Relación Formal.

Pablo está encantado. Del encantamiento de "ahora no estoy bien, tal vez más tarde" . Espero que encuentre la formula para romper el encantamiento y ver la realidad.

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