miércoles, 16 de diciembre de 2009

rituales

En el mundo sólo existen dos clases de personas: los hombres y las mujeres. Y como es bien sabido por todos, son animales racionales. Es decir, tienen una naturaleza prioritariamente animal que se ve complemententada con el uso superior de la razón. Hasta aquí lo tengo claro, a veces.

A lo largo de los años hemos ido evolucionando, siempre según las teorias evolucionistas, y hemos llegado a ser lo que somos hoy en día a partir de un par de un protozoós. También claro.

Evolución no es lo mismo que transformación. Lo cual implica que, en principio, seguimos siendo animales. Somos humanos, pero también animales. Para explicarnos algunos comportamientos humanos sólo deberíamos observar que hacen nuestros antepasados y coetaneos: los nobles animales. Y así nos evitaríamos muchos malentendidos.


Si nos fijamos en sus vidas, en sus rituales de apareamiento concretamente, comprendermos -las mujeres- por qué un tío no llama después de un revolcón. O por qué el chico que no te gusta nada, no para de brearte al teléfono, de mandarte mensajitos y te persigue cada vez que te ve para intentar meterte mano. A su vez los varones también podrían entender por qué una hembra de su especie se fija ante todo en la mirada o se lo pone difícil al varón.

Claro, ya sabemos lo que hacíamos en las cavernas hace millones de años. Todos los años en EGB nos lo enseñaban insistentemente en clase de historia. Los hombres se marchaban de buena mañana a cazar un mamut, las mujeres se quedaban en la cueva cuidando a los cachorros y recolectando frutitas para el postre.

Eso esta muy bien. Pero lo que no te explicaban en las clases de historia ni de biología, ni aún se explica, son los ritos de apareamiento de los seres humanos. Esos animales con razón que se tragan dos horas de atasco para recoger informes financieros o se implantan silicona en diversas partes de cuerpo para cazar manuts de cinco millones.

Miremos a la madre naturaleza. Esa madre cruel y amorosa, que nos enseña toda la belleza y la brutalidad sin compasión, para hacernos más fuertes y poder así evolucionar. Hemos casi olvidado de dónde venimos y lo peor es que no sabemos a dónde vamos.

El grillo común para aparearse cuando llegan las primeras noches calurosas empieza a cantar frotando sus alitas. En las noches de verano, los que no nos dejan pegar ojo, son los machos. El grillo macho consigue atraer a compañeras de su misma especie cantando a la luna para aparearse. Ellas calladitas, se acercan y consienten con el que canta mejor. Si bien es cierto que el grilllo común puede llegar fecundar a cincuenta hembras en una noche. Si, cincuenta.

Las ranas hembra, por otro lado, se acercan a la charca esperando que las ranas macho se peleén por conseguir aparearse con ellas. Así éstas se aseguran el mejor material genético. Todo esto sin tener que dar saltos detras de ningún sapo.

La hembra de la serpiente más grande del mundo, la anaconda, se pasea por el bosque dejando un rastro de feromonas irresistible, su perfune hace que se presenten machos de todas partes para copular. Se envuelven, de 2 a 12 machos, alrededor de la serpiente en un “nudo de apareamiento”. Toda una órgía en la que la hembra se deja hacer y en la que gana el más fuete. Podría seguir hasta el infinito, el gallo canta por las mañanas, el león mata a la pareja anterior y a su progenie, el urogallo menea las plumas del traseero en el llamado "meneo cular"...

Por lo general las hembras de estas especies no hacen más que esperar o pasear el palmito. Anuncian que están dispuestas para el apareamiento y no demuestran ninguna ansiedad hacía el macho. Hay algunas que se los comen, pero muy tranquilamente, y siempre después de haber hecho el amor. No les llaman insistentemente, ni les persigunen por la sabana en tacones, no les mandan mensajitos a todas horas, ni se preocupan si su churri se fijará en su peinado nuevo.

Ellas se muestran seguras, pacientes. Confiando en la naturaleza.

La especie humana ha evolucionado. Nuestros rituales de apareamiento son tan complicados que ya nadie sabe nada. Los hombres hacen de hembras esperando ser perseguidos y las mujeres hacen de machos persiguiéndolos. O eso parece.

Yo por lo prontro voy a hacer como la anaconda o como la "grilla". No voy a dejarme llevar por las modas que dicen que me comporte como un hombre para ser más mujer. Volveré a mi estado natural de hembra humana y dejaré que la naturaleza siga su curso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

confiesa aqui o en: lamagamaggie@gmail.com

Related Posts with Thumbnails