lunes, 28 de diciembre de 2009

inocente

Entro por la puerta de la tienda, tarde y sin muchas ganas este último lunes de año. Además es el día de los inocentes y no se me ocurre ninguna broma que gastar a la ratita presumida de mi jefa. Mientras me maquillo en el cuarto de baño, intentando borrar las señales del cansancio acumulado, me pregunta la ratita:

- ¿Tienes el teléfono del chico del aire? No me ha mandado la factura y me ha dicho el gestor que la necesita - ¿es una broma de mi jefa o del destino?. Me paralizo un segundo y después, lo más natural posible le digo que sí y se lo doy para que llame ella.

Yo no quiero llamar, la última vez que lo hice para darle las gracias por su ayuda en la reparación de la bomba de calor, fue encantador. A mi me costaba hablar con naturalidad. Además tengo la impresión de que tiene novia, o está casado o algo por el estilo. Prefiero no saber nada. Sólo tenemos una buena relación de trabajo y no veo por dónde puede seguir. Le conozco desde hace una año y medio, desde entonces las veces que nos hemos visto siempre me pasa lo mismo. Me pongo muy nerviosa y me es muy incomodo. Pero me encanta, es sencillo y divertido. A la vez es tan profesional, se nota que le gusta lo que hace y que sabe de lo que habla. Parece seguro y abierto, su mirada es tan sincera, que pienso que es imposible que un hombre así esté libre.
- Le he llamado pero no me lo coge -me informa mi jefa con tonito
- Estará muy ocupado o en una de las obras - le digo a mi jefa en tono conciliador

A media tarde estoy descansando en mi cuarto después de comer, escuchando música y leyendo un libro que me ha pasado Pablo cuando suena mi móvil. Dios, es él. Es él. Me esta llamando. Me muero. Intenta sonar relajada, pienso. Imposible. Me muero. Llama a mi número en vez de devolver la llamada al de la tienda. Dios, dios, dios.
- Hola - le digo intentando sonar distraída
- Hola ¿cómo estas? - su voz suena tan dulce y serena al otro lado, me chifla.
- Ah, hola, muy bien ¿y tú? -seguro que sueno apunto de desmayarme, trago saliva. Y continuo un poco cortada.
- Marta te ha llamado porque no ha recibido la factura -le informo
- ¿No? Pues ahora llamo a Felipe y se lo digo -parece un poco desilusionado porque no he sido yo y porque es por trabajo. No, que va, son imaginaciones mías.
- Vale. Muchas gracias. Marta dice que la necesita el gestor -sigo bastante tímida
- Me gustaría hablar con tu padre -me suelta de repente cambando de tema. Yo me quedo de piedra y le pregunto bastante alucinada  - ¿Conoces a mi padre?
- Si, el otro día fuimos a comer al restaurante - "fuimos" seguro que tiene mujer y dos niños preciosos, pienso que ese es mi sino, los hombres buenos ya están comprometidos.
- Ah, vale, es mi padrastro -digo como para quitarle importancia.

La conexión es mala y se entrecorta, se lo digo y me dice que me esta llamando desde el coche. Intenta seguir contándome cosas pero le oigo fatal. Entercortado. Él coge el teléfono y me pregunta si oigo mejor.
- Claro que te oigo mejor, pero te van a poner una multa -se lo digo con un cariño involuntario.
- ¿Vas a estar en la tienda esta tarde o mañana? -me pregunta y yo me derrito
- Si , claro. Como siempre -no me lo creo ¿va a venir otra vez sin avisar? Se va a presentar a cualquier hora, para que yo la palme de ataque de pasión al corazón.
- Pues me pasaré si puedo hoy o si no, mañana -me dice y la promesa de volver a verle me hace tanta ilusión que me siento ya totalmente ridícula
- Bien -sólo se me ocurre decir eso.
- Y así hablamos más tranquilos. Un beso -me va a dar algo.
- Si, un beso y feliz navidad -contesto yo deseando que fuera verdad y con una voz que me parece totalmente ñoña. Cuando cuelgo empiezo a saltar en medio del cuarto como si tuviera cuatro años.

Es la broma de mis santos inocentes. Soy una niña otra vez.

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