sábado, 5 de marzo de 2011

Una despedida y un comienzo

Ha llegado ya ese día, dos años después de que el capitán entrara en mi vida ha llegado el día del perdón. El día en el que el rencor ha abandonado mi torcido corazón, para dejar hueco a otras emociones, como la aceptación, el perdón y la alegría de saber que todo se puede superar.

Por esa razón me despido de este blog, he intentado durante tiempo seguir escribiendo, pero ya no me queda nada más que desear lo mejor al Capitán, si al final, soy una blanda. Espero que encuentre lo que busca en la vida, que sea feliz a su manera...

Yo por mi parte me llevo, la lección, la sabiduría del dolor y la alegría y me despido...

No sin empezar algo nuevo, está muy verde pero os dejo un link para los que queráis saber de las aventuras de La Maga.

http://lamagaylalunaverde.blogspot.com/

Un beso a todos, gracias por todo y hasta pronto!

jueves, 16 de diciembre de 2010

¿que haces estas fiestas?

¡Qué frío tan atroz! 
Caía la nieve, 
y la noche se venía encima. 
La niña de los fósforos
Por Hans Christian Andersen


Aquí estoy robando horas a mi vida cotidiana de humana que se supone productiva, para poder descargar toda al información que entra por mis sentidos. Una vez procesada por mi saturado cerebro esto es lo que sale. Hace tiempo que me ronda una historia por la cabeza, de hecho hasta tengo algunas notas que he ido recopilando a lo largo de estos meses. Así que me voy a animar a darle forma visto que pugna por salir....

TRISTE HISTORIA DE NAVIDAD


Hace un frío que pela a las nueve de la noche de este oscuro diciembre y Adrian sale del coche cansado de todo. En realidad, al cerrar la puerta con un leve portazo, se da cuenta que no es metafórico ese "todo". La carretera volvía a estar tan embotada, que le había dado tiempo hasta de imaginar las arterias gigantes, enormes, de un megamonstruo de asfalto. Esas arterias, a punto de explotar en un aneurisma de tal magnitud, que mataría al propio monstruo en el que se había convertido su camino a casa. Arterias-autopistas, tan grandes que las células-coche no se daban cuenta de por dónde circulan. Era un pensamiento extraño, una conexión estúpida, él mismo se sorprendió de las cosas que se pueden llegar a pensar en un atasco que te impide llegar de una maldita vez a tu casa.


Cuando Adrian está cansado es cuando le vienen las historias más raras a la cabeza.


Eso sucede desde que él es capaz de recordar. A sus treinta años ya se sabe de memorieta las técnicas necesarias para ser un individuo funcional en esta sociedad, en la que le ha tocado vivir. O al menos aparentarlo. 


Adrian no se considera un individuo funcional en su fuero interno. Y eso le irrita. Esa irritación ha llevado a pensar cosas que los demás pueden interpretar como muy inquietantes. Sin embargo, a lo largo de los años, ha aprendido a ocultar su verdadera forma de ser, y de pensar, para integrarse. Es un camaleón social. En cierta forma siempre ha escogido el modo alternativo de hacer las cosas, que en el fondo tampoco es gran cosa. En ocasionas, la alternativa que escogía se salía de los márgenes.


Habiendo nacido en el seno de una familia acomodada hay ciertas cosas que te puedes permitir y otras simplemente te las permites sin que nadie se entere. Así, ya desde la adolescencia o tal vez niñez, aprendió a llevar una doble vida. Tal vez no una doble vida a la usanza, pero sí una vida secreta. Una vida interior, la única con la que sentía satisfecho. Algo que pocas veces ni se atreve a verbalizar y que jamás ha expresado con las palabras correctas y concretas a ningún ser humano. Alguna vez, cuando lo ha intentado, le han llegado a tachar de loco, o simplemente se han reído se sus ocurrencias. Lo cual le cerró la boca y le abrió la mentira.


A la edad de trece años ya pudo experimentar lo que sucede al expresarte sin barreras. Sueles convertirte en el incomprendido de la clase. A medida que tus compañeros y profesores ven en ti actitudes y aptitudes diferentes, van relegándote a otros planos hasta que uno no sabe si es raro porque no paran de repertirlo, o el no parar de repetirlo vuelve raro a uno.


Las razones dan igual, los hechos son lo que importan. En este caso, y pasado los años, Adrian está muy satisfecho de cómo había sacado partido a sus "rarezas".


Su afición por el dibujo, los cómics y la lectura le ayudó a encontrar una profesión en la que podía mimetizarse. Trabajaba en una agencia de publicidad y pasaba muchas horas al día dibujando o diseñando eso le permitía abstraerse del mundo que le rodeaba, aunque no siempre. Ser un bicho raro en ese mundillo está hasta bien visto. Hasta cierto punto. La maldita realidad siempre se cuela por las rendijas de la rutina y termina por amargarle la vida como en aquella noche tan jodidamente fría, en la que deseaba con todas las fibras de su cuerpo un armagedón. Un final total navideño. Algo que acabe ya con todo. Con el ridículo de la vida moderna y las felices fiestas.


Adrían odia el invierno. Puede que este invierno esté más sensible que otros, puede que esté hasta deprimido. Sobretodo odia las navidades, con todas sus fuerzas. Le repelen. Para él son la representación más denigrante del "paripé" social. Aunque se cuida mucho de decirlo con demasiado ímpetu. No quiere que sus compañeros piensen que es una aguafiestas o un penas. Nada peor en este mundo en el que la imagen manda. Y da muy mala imagen ser un amargado. Así que, con todo el asco que esto le produce, asiste a las fiestas programadas por amigos, empresa y familia, sintiéndose como un mísero gusano traidor para consigo mismo, mientras se emborracha y se ríe de los chistes de su jefe. Esa autotraición le hace sentirse aún peor. Mucho peor. Se vuelve una serpiente neurótica, que se muerde su larga cola, sin poder dejar de hacerlo y lo que es aún peor: sin que nadie lo note.


Al entrar en su casa, da gracias a sus dioses particulares de poder vivir solo. Ese pensamiento le anima, y le quita de un plumazo momentáneo el sentimiento apocalíptico que arrastra. A veces, pocas, echa de menos la compañía. El calor de unos brazos y una melena en la frías noches de invierno. Sin embargo, cuando lo piensa en frío; después de masturbarse en la ducha, pensando en la última chica que le calentó la cama, aleja el pensamiento de su mente concentrándose en sus propias necesidades. Es entonces cuando se encuentra a si mismo. Cuando puede ser él, a sus anchas. Sin tapujos. No tiene que jugar a ningún juego, no tiene que quedar bien o hacer cosas que en realidad no quiere hacer. Esos pensamientos alejan de su mente, en cuestión de segundos, la necesidad primaría de compañía permanente en su vida. Le acunan al sentarse en el sofá.


Adrian es un tío guapo y no le cuesta ligar. De echo, a veces aunque no amenudo, algunas mujeres se le han ofrecido de manera descarada. Chicas bonitas, con ganas de pasarlo bien, sin una sola neurona en la cabeza capaz de pensar más allá  del último par de zapatos comprados de saldillo. Esas son las que menos problemas le dan. Hay noches en las que está tan harto de todo, que se deja llevar por las conversaciones insustanciales de las princesas de la noche. Se mete en el papel de seductor misterioso y se las lleva a casa sin recordar su nombre. Sin haber abierto la boca más que para decirle lo guapa que es y lo mucho que le gustan sus zapatos, algo que casi nunca falla. La siguiente vez que abre la boca es para cerrar los labios a la presa parlante que ha caído en su trampa.


Continuará...

domingo, 28 de noviembre de 2010

otra vez

Un comienzo no desaparece nunca,
ni siquiera con un final
Harry Mulisch (1927-?) Escritor holandés

Hace ya tanto que no escribo. No es porque no tenga cosas que contar es simplemente una aguda desidia que se me ha metido en el cuerpo. Es como si de repente ya nada tenga sentido y reconozco que es una bobada. Si te paras a pensar y le buscas el sentido a todas las cosas acabas sin sentido, borracha en la barra del bar, subida en tacones de aguja de 10 cm y preguntándote que coño te ha traído a ese antro.

Eso mismo me preguntaba anoche. Y me lo he preguntado ya muchas noches en los últimos meses. A veces mirando el fondo de mi copa me he dicho que debería irme a casa y ponerme a escribir. En el fondo, mientras lo miro, pienso que no hay nada menos creativo que emborracharse un sábado cualquiera. Es lo menos creativo que se puede hacer, pero no puedo evitar seguir haciéndolo por lo menos una vez a la semana. Supongo que me dejo llevar. Es en ese sentido lo menos doloroso. Pero luego, el domingo, cuando me despierto con el cráneo lleno de algodón empapado en alcohol, me doy de cabezazos por ser tan idiota. Soy idiota por pensar que en cualquier momento las cosas van a cambiar.

Los cambios vienen si uno quiere, pero no se cambia como uno quiere y ni siquiera cuando quieres. Así que por mucho que quiera cambiar debo esperar a que el Sr. destino decida. Y eso me parece muy frustrante. Tanto que me bebo otra cerveza más. Como si no hubiera un mañana. Como si el domingo no existiera.

Supongo que debería contar algo de lo sucedido en todo este tiempo. Pero la verdad es que tampoco hay mucho.

Después de mi cambio de residencia, pasé el agosto más penoso que puedo llegar a recordar. La abuela de la maga se murió, a sus 102 años y eso me llenó el alma de tristeza y melancolía. La enterramos una tarde asfixiante de agosto. La Almudena estaba desierta y sólo las lápidas nos recordaban el frío.

Ha sido un verano duro. Sin trabajo, las horas de sol en la piscina de mi amiga eran mi única diversión. Así llegué hasta septiembre y a mediados me decidí a hacer una visita a unos amigos en la playa.

La idea de buscar curro y no encontrarlo, la muerte cercana, la crisis y el desamor, me calaron tan hondo que no he tenido ganas de contar todas esas experiencias. Y a lo mejor hubiera sido mejor, pero no podía.

A mediados de octubre conseguí un trabajo y decidí visitar a una terapeuta, y parece que ya me estoy animando otra vez. Espero poder seguir con ello y no dejarlo...haré un intento.

lunes, 19 de julio de 2010

calor de ausencia


Sólo hay una fuerza motriz: 
el deseo
Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.


Si, es cierto hay algo en tus celulas que llama a las mías. Esta calma que se ha acercado a mi vida me regala horas llenas de calor y pensamientos. La luz inunda el salón y me ciega. He pasado la noche sudando, el calor de julio inunda todo. Detiene la sangre por mis venas y sólo quiero estar tumbada en la cama. La fiebre me ha dejado sin fuerzas. Han pasado ya varios meses desde que me quedé sin corazón, pero siento que tus palabras lo van reconstruyendo. Late cada vez que escucha tu voz. Una voz lejana que me despierta de este sueño abrasador. Llegará el día en el que te toque, el día en el que tu olor llenará mis fosas, el día en el que me hunda en tu mirada.

Es la simple esperanza, es la que me despierta. Pero a veces la pierdo, a veces me veo perdida entre montones de cuerpos sin boca. Cuerpos hacinados como fardos, sin vida, que sólo aspiran a olvidar y a rozar. No lo soporto. Nos separan millones de milímetros, y nadie quiere acortar esa distancia. Te temo porque te deseo. Ese miedo me trastoca,  me cambia.

Salgo de mi. Tumbada en la cama vuelo hasta ti. No quiero despertar, dormida estoy contigo. Dormida eres mio.

miércoles, 14 de julio de 2010

el café del infiel


Los hombres engañan más que las mujeres; 
las mujeres, mejor.
Joaquín Sabina (1949-?) Cantautor y poeta español.

Hay cosas que no entiendo. Siempre pienso, que lo que me pasa es que soy muy pardilla y voy por la vida pensando que todo el mundo es bueno. Por lo menos hasta cierto punto. Siempre se desconfía algo de los extraños, pero no piensas que la gente haga cosas tremendas, pero por lo visto sí. Por lo visto a las personas les gusta hacer cosas que no están nada bien. Me refiero a mi último rollete. Ese que sólo me dejó un montón de agujetas, y que no tenía pensado volver a ver.

Creía que era un buen tipo, divertido y guapete con el que pasé una noche loca. Me pidió el número de teléfono cuando le dejé en su coche. Y yo le conteste, pensando que así sería, que para qué lo quería si no me iba a llamar. La verdad es que a mi tampoco me apetecía verle otra vez, era un chico algo nervioso y no creo que pudiésemos llegar a nada. Para mi sorpresa a los tres días recibí un sms:

Agujetas:
Buenas tardes!


Maggie:
Quién eres?


Agujetas:
No te acuerdas de tu tocayo? (se llama como yo)

Maggie:
Ah, si, q tal estas? Estaba muy preocupada tu madre? (le tuve que llevar nada más levantarnos a su coche porque me decía que su madre estaría preocupada, lo que me quitó totalmente las ganas de volver a verle?

Agujetas:
Muchisimo, jajajaja y tu resaca? ya mejor?

El tío no paró de mandarme mensajitos hasta que se lanzó y me preguntó si nos volvíamos a ver. A mi no me apetecía mucho, no quería. Sabía que él sólo quería echar otro polvo y yo no quería que me dejase echa un guiñapo y se volviera a marchar con la excusa de su madre. No respondí.

Agujetas:
Por tu silencio interpreto que ni para un café me quieres ver...


Maggie:
No estoy por la labor de quedar para follar por follar. Pero un café contigo me lo tomo. Bss


Agujetas:
Pues si que te gusta el café para preferirlo a follar, jajaja


Maggie:
El café me encanta y no me deja tirada, ni con comedura de coco.

Así estuvimos toda la semana. Yo lo encontraba divertido, pero tampoco le dí mucha importancia. El domingo después del partido nos encontramos con un amigo suyo. Me preguntó si Agujetas me había llamado. Le conté lo de los mensajitos y me dijo: ¡Qué cabrón! ¡Si se casa en dos semanas!

Me quedé loca. ¿Cómo?. No me dijo nada de nada, durante todo el tiempo siempre me estuvo persiguiendo. Seguro que la que le estaba esperando por la mañana era su futura, y el cabrón no me dijo ni que tuviera novia. No me puedo creer que haya gente tan cabrona. ¡Que pardilla soy!. Pobre futura, la que le ha caído. No entiendo que un hombre que se va a casar salga a la noche y se dedique a cazar, pero menos entiendo que pretenda tener amante. Pero si todavía ni ha empezado su vida de casado. ¿Para que coño se casa?.

Por supuesto no he vuelto a contestar, y él sigue. Como para fiarse de alguien, es así como se aprenden las lecciones, supongo. Eso de ser fiel, creo que ya quedó un poco pasado de moda, pero yo no puedo evitarlo. Me gusta la fidelidad, y no pienso renunciar, por lo menos me seré fiel a mi misma, que es lo más importante.

lunes, 12 de julio de 2010

al final ganamos el mundial

Si esto es un blog de confesiones, confieso que aunque no me gusta el fútbol haber vivido este momento, me ha dado una de las alegrías más grandes de los últimos años. Confieso que la alegría de ver que somos capaces, que todas las decepciones de otros mundiales han quedado atrás. Nunca pensé que llegásemos, mi padre si. Mi padre no dudó. He visto muchos partidos con él. Sólo quiero decir que ver esta alegría después de todas las noticias deprimentes, es lo más grande. Abrazos, besos y orgullo. Si, me alegro y creo en la fuerza del Universo, la fuerza del amor y la del tesón. Siempre vencerán.
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