sábado, 26 de diciembre de 2009

la bendición del valiente

Vuelve a llover. Normal, estamos en diciembre. Es noche cerrada y voy sola en el coche por la M-50 escuchando la radio. Hay pocos coches en la carretera y mis faros van bajos. Vengo de pasar la tarde en casa de Pablo. Ha sido un día de navidad en paz y amor, con familia y amigos. Hoy he hablado de temas muy importantes con dos hombres que son aún más importantes para mi. Mi padre y Pablo, mi amigo.

El descubrimiento del día ha sido que aprendo mucho, pero mucho del sexo opuesto. Que me divierto, disfruto de su compañía y nobleza. Cuando un hombre es bueno te da tal paz y te demuestra tan sutilmente su amor que nunca tienes la necesidad de pedirle nada. No le preguntas si te quiere o si te ve guapa. Con sus actos lo notas. Entonces, tú eres más mujer. Te sientes segura y desplegas tu feminidad al natural. Es una bendición.

Un hombre de buen corazón es aquel que es capaz de ser él mismo, sin dobleces ni medias tintas. La bondad y la valentía son las dos cualidades que deberían guiar nuestros corazones. Suena super cursi, en plan disney, pero es la verdad.

Un hombre valiente y de corazón de oro jamás te dejará tirada. Nunca antepondrá sus necesidades a las tuyas. Siempre estará dispuesto a ayudarte y a darte su mejor consejo sin darte lecciones ni presionarte. Se ganará tu confianza con sólo mirarle a los ojos, porque en ellos verás el fondo de su noble alma. Sabrá escucharte y entenderte.

Un hombre valiente no tiene miedo a abrirte su corazón. Sabe que nada podrás hacer con él porque es como si fuera de titanio.

Un hombre bueno sabrá ceder pero, si además es valiente, no tendrá miedo a ponerte las cosas claras. Y así, se ganará tu eterno respeto. Entonces sabrás que le quieres y que te hace feliz que forme parte de tu vida.

Ese pensamiento te acompañará una noche lluviosa de diciembre en tu coche, sola, de camino a casa.

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