miércoles, 21 de abril de 2010

adorar soñando

Yo soy Drácula. 
Le doy la bienvenida, 
señor Harker, 
a mi casa*
Bram Stoker

Madre mía, que día más movido he tenido para ser una parada más. Si bien es verdad que me he levantado a las tres de la tarde. Mi transformación vampírica ya es completa. Soy algo entre una vampira y una crápula, que no Drácula. No me doy ni cuenta y cuando miro el reloj son las seis de la mañana, y es entonces cuando me entra el sueño. Cierro las persianas de mi habitación a cal y canto y me meto en la cama justo cuando los pajarillos empiezan a cantar. Así llevo varios días. Es curioso. No tengo ni idea por qué no puedo dormir por las noches. No es lo que se llama insomnio, propiamente dicho, porque luego duermo un montón de horas. Ocho para ser exactos, y a la hora en la que todo el mundo está comiendo yo me tomo mi café y leo el periódico. La cosa ha alcanzado tales niveles que intento quedar con la gente por la tarde. Mis clases son a las cuatro de la tarde, lo que hace que llegue a clase como si fueran por la mañana. Así de fresca.

Es extraño, pero yo me siento genial. Activa por las noches. Tranquila, sin llamadas, sin correos, sin interrupciones. Luego antes de acostarme apago el móvil, y al agujero. Tapada con el edredón hasta las orejas. Supongo que la figura de Nosferatu, que siempre me ha fascinado, tiene algo que ver con este comportamiento mio. Por no hablar del Vampiro de Düsseldorf, una cuidad por dónde le he buscado hasta más no poder, y la verdad es que no le he encontrado. Drácula de Bram Stocker...la lista es larga.

A mi, la noche me relaja, saca lo mejor que hay en mi. La luz siempre me ha dado cierto miedo. Y eso que adoro el sol. Supongo que será por eso, por esa adoración, por lo que le temo. Tengo la piel muy clara, pecas y lunares, por eso prefiero no tomar demasiado sol, a no ser que sea con mucha protección. Lo mismo que con el sexo y el amor, mejor protegerse, porque sino pueden matar.

En realidad, creo que mi amor por el astro rey va más allá que el simple clima. Cómo últimamente la primavera se parece más que nunca a la primavera holandesa, y el sol no se presenta para mis ritos de adoración, pues me dedico a venerar a otra diosa, la Luna, y todos tan campantes.

*Con estas palabras se presenta el conde a Jonathan Harker, el héroe del relato clásico.

pie de foto: campiña holandesa, tulipanes y jacintos

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