lunes, 29 de marzo de 2010

you can run

¿Qué es la vida? 
Un frenesí. 
¿Qué es la vida? 
Una ilusión, 
una sombra, 
una ficción; 
y el mayor bien es pequeño; 
que toda la vida es sueño, 
y los sueños, 
sueños son.
Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) Dramaturgo y poeta español.

El tiempo no pasa en balde. Me siento como si tuviera 27 años, me comporto como si los tuviera y hasta ha habido veces que en la oscuridad de las discos me han dicho que los tenía. Es natural la mayor parte de la gente que baila en medio de la pista ronda esa edad y va tan puesta que ni ve. Para más inri, escojo a mis amantes en esa franja de edad, o menores. Vamos que soy una "campanilla" en toda regla. Pero como iba diciendo, el tiempo no pasa en balde y mi edad biológica es otra. Para paliar los efectos de tal inconveniente, he decidido empezar a llevar una vida un poco más sana.

Por supuesto, no pienso renunciar al tabaco hasta que no sea estrictamente necesario. Después del viaje a las montañas me he dado cuenta que no estoy tan en forma como antes. Peso diez kilos más de lo habitual. Me gusta comer bien y, desde luego, me gusta disfrutar del alcohol y del chocolate. Así que sólo queda una salida: hacer deporte. Ver a Martina -que es de mi misma añada- surfear las pistas como una bailarina me ha abierto los ojos. Y no es que me dé miedo envejecer, ni que me den miedo las arrugas, que son más de expresión. No quiero renunciar a la energía. Siempre la he tenido, sin hacer esfuerzo. Tampoco quiero renunciar a la comida. Así que sólo queda quemar las calorías sobrantes que mi metabolismo de mujer en plena treintena ya no quema.

He empezado a correr por los alrededores de mi casa. Vivo enfrente de El Pardo Encantado y recorro la carretera que va paralela a las vías del tren, con Madrid de cara y la Sierra a mi espalda. Me encanta. Mi música, mis pensamientos, mi dolor y a correr.

Corro pasando por el antiguo trabajo de Emilio. Si. Así me torturo algo más. Así me motivo. Emilio trabajó durante 15 años a 800 metros de mi casa. Nunca nos cruzamos. Nunca. Fue lo que yo llamo el Antidestino. Emilio estuvo todos esos años de su vida pasando por delante de mi calle, por lo menos dos veces al día y jamás nos encontramos. Tuvo que ser por Meetic. Tantos años y caminos después. Tuvo que ser la acción consciente del Capitán, yo no podía saber quién era porque no tenía foto ni nombre real. Además le había borrado de la memoria de mi niñez, con razón.

Por eso creo que toda esta historia, en realidad, jamás debió suceder. Pero sucedió.

Todavía no sé lo que pretendía Emilio despertando ese amor dormido de nuestra adolescencia. Supongo que su intención era sencilla. Tenía ganas de cobrarse la presa que dejó pasar cuando yo era demasiado pequeña. Lo único que quiería realmente era follarme. Así de simple. Así de triste. Así de jodido. ¿Pero bueno, no es eso lo que la mayoría de los tíos quieren?. ¿Por qué iba Emilio a ser diferente?. Cada día estoy más cerca de la aceptación de este hecho tan humillante y corro todos los días hasta las antiguas calles de nuestra urbanización para afrontarlo. Para afrontar que me usó como un agujero. Un simple hueco dónde tirar el dolor por el abandono de otra mujer, como a un basurero.

No sé de qué me sorprendo. Hoy en día todo el mundo usa a todo el mundo. Pensé, y realmente creí, que él era distinto. Pero no lo es. Es un tipo gris y común. Sin principios, que se deja llevar y que usa a las personas como clinex. Nada del otro mundo, por mucho que yo pensara que sí lo era.

Si, la vida del Capitán se ha centrado en esa calle, como la mía. Primero vivimos al final de ella, en la misma urba. Luego él se mudó con su familia. Luego me mudé yo en la misma calle, pero 500 metros más cerca del pueblo. Luego él volvió. Encontró su trabajo a dos calles de mi casa. De locos. En todo este tiempo, jamás le vi. Ni él a mi. Y así debió ser. Ese pensamiento me obsesiona. Me gustaría borrarle, como las palabras en una pizarra. Hacerle desaparecer. Tomarme una pastilla verde de olvido. Y seguir con mi vida, como siempre.

Mientras corro pienso en toda esta cadena de acontecimientos, intento encontrarle algún sentido. Lo más probable es que ni lo tenga. Emilio y yo teníamos bastantes de cosas en común. Hablamos los mismos idiomas y hemos viajado a los mismos países. Nos gustan el mismo tipo de música y de locales. Tampoco nada del otro mundo. Con la comida es un poco rarito. Tiene un tipo de dermatitis que lo le deja comer tomate ni ajo y le llena la cara de manchas rojas. Pobre. Con lo bueno que es el tomate y el ajo. Además se ha ido a vivir a Italia, donde la comida casi es a base de tomate y ajo.

Me robó mi sueño. Yo trabajaba por aquel entonces en el Grupo Gucci y le conté mis planes de traslado por un par de años a Italia. Al final, el mismo me sorprendió pidiendo el traslado, en su empresa del sector del turismo, antes que yo. Me lo dijo un buen día de mayo, tan campante me lo pasó por las narices. La envidia me partió en dos, lo reconozco. Luego me alegré por él, y por mi. Así podría intentar desengancharme de esa historia tan tóxica que fue nuestra relación, si se marchaba de la calle de al lado. Él podría usar un coño italiano para olvidar a su ex.

Corro y corro. Quemo calorías. Quemo ira. Quemo humillación. Quemo deseos asesinos. Quemo mi decepción. Pretendo ponerme tan sana como una puñetera lechuga. A él que den una pasta al aglio y de segundo una pizza pomodoro. Espero que le dé urticaria hasta en la punta de la polla.

Toda esta historia me ha jodido la autoestima, hasta el fondo. De una forma que ni me esperaba. Perdí el trabajo, también. Y la posibilidad del traslado. Me jode que esté viviendo mi sueño. El muy cabrón. Seguro que ni lo sabe apreciar, tan centrado como está en su propio culo. Ya se sabe que los cabrones tienen suerte. Yo me tengo que conformar con ir al Instituto Italiano, es lo mas cerca de Italia que me puedo permitir estar. Y correr y correr por las calles de mi pasado quemando mis ganas. Mis ganas de matarle.

pie de foto: Escalera interior del Instituto Italiano di Cultura, Madrid 2010. Foto propia.

6 comentarios:

  1. Mi querida amiga. Está claro que es mejor tenerla a usted como amiga. Lo digo por la frase final.
    Siempre suyo
    Un completo gilipollas

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  2. Me gusta mucho el final, jaja. Yo, a veces, también tengo ganas de correr y me siento como si tuviese 27 años, Maga.

    Luego recuerdo que son 28, y empiezan las crisis existenciales, pero ya te contaré algo sobre esto. La edad nace y muere en el D.N.I para todos...

    Besos, Mágica.

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  3. …..acojonado al sentir la necesidad de rebatirle algo… Es que me tiene usted un pronto que casi que da miedo decirle algo… pero es que no es verdad que los cabrones siempre tengan suerte… Está demostrado. Esto de la vida tiene más de justicia en la tierra, que en el mas allá… Es que el mas allá como que no existe. Ósea que su Emilio las pagará aquí y no después de muerto. No sé si con el pomodoro, con una sífilis, o con gangrena en la picha, eso no se sabe nunca, pero las putadas, todas, todas se pagan aquí salvo claro, que usted se lo cargue y no le de tiempo a la naturaleza a hacer justicia. He dicho.

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  4. Correr no es una buena idea. Te recomendaría caminar, caminar a lo bestia. Lo progresivo es más efectivo a largo plazo que el arrebato visceral.

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  5. Niña, correr va de puta madre. Lo que me recuerda que hace meses que no salgo con este invierno que hemos llevado. Pero nada, a ver si me pongo, que es una vergüenza.

    Ya tiene tela eso de no haberse cruzado nunca con tanta cercanía.

    Pero no te tortures. Él no vive tu sueño. Tu sueño sería distinto aunque sucediese también en Italia. Si esta vez no fue posible para ti ir a Italia, por algo será. A lo mejor te has ahorrado algo gordo.

    Tú corre, relájate, come lo que él no puede y ponte guapa.

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  6. Mi querido Gilipollas, ya sabe Ud. que perro ladrador poco mordedor. Pero no se preocupe que a Ud. le tengo como un amigo, todavía no ha querido hacerme daño.

    Siempre suya

    Elektra, pues eso de correr me está haciendo más bien de lo que me imaginaba, sobre todo mental. 28 años es una edad fantástica...disfrútala. Las crisis existenciales tiene poco que ver con la edad, pero esa es sólo mi opinión.

    Un beso muy fuerte

    d2, no hombre, no tengas miedo si desde el teclado no puedo comerme a nadie...¿o sí?. Puedes rebatirme lo que quieras, eso es lo que valoro en los comentarios, y precisamente en el tuyo te diré que estoy totalmente deacuerdo contigo, lo he comprobado varias veces. Quien a hierro mata, a hierro muere, dijo Jesús. No te preocupes que yo no le voy a hacer nada, sólo tengo las ganas...como ya dije en un post. Dejo que el Destino se encargue de este tema...

    Besos

    South, la verdad es que corro un buen rato y luego sigo andando. Me falta mucha condición física todavía...Aunque a mi me dan mucho arrebatos (me encanta esa palabra, por cierto)

    un beso

    Dusch, si chica, no sabes lo que me gusta...además no hace ni mucho calos todavía, ni mucho frío, es genial. Ya te digo, tuve 20 años de calma, hasta que al hijo puta se le ocurrió joderme...Respecto a lo de Italia, tienes toda la razón, eso pienso para consolarme. Si he de ir, el destino se encargará de organizarlo.

    Un besazo

    Y felices pascuas a todos!

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confiesa aqui o en: lamagamaggie@gmail.com

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