jueves, 25 de marzo de 2010

martina y el miedo


Nadie llegó a la cumbre 
acompañado por el miedo.
Publio Siro (Siglo I AC-?) Poeta dramático romano.

Martina me dijo algo poco antes de que me fuera ayer de Jaca. Bajábamos por las escaleras de metal típicas de las estaciones de esquí hacía el coche en el aparcamiento, era ya tarde y tenía que volverme a Madrid. Le iba diciendo que me da miedo conducir de noche, que me da miedo la oscuridad y la velocidad. Entonces ella muy seria, una cosa que no es en absoluto, me dijo una verdad absoluta: "Maggie, tienes que enfrentarte a tus miedos, para poder superarlos".

Ante tal verdad metafísica, no pude negarme y decidí que era hora de volver a viajar de vuelta al Foro. Sola, de noche, por las carreteras de dios. Al fin y al cabo, confio en mi escoba. Eso siempre lo digo. Era el momento de probar esa confianza ciega. Parece algo fácil de hacer. Es algo que se escucha a menudo, sobre todo en las pelís o en las series b en las que la protagonista salva a su hija de caer en una red de trata de blancas. Además se carga a toda la organización mafiosa, aunque nunca haya cogido un arma, aparte de una barra de pan duro, y encima se liga al poli macizo inligable. Todo en uno y en ochenta minutos

Recogimos los bártulos. Martina condujo la escoba como una experta, valle abajo desde Astún hasta Jaca. Rozando Francia y haciendo en pocos minutos la primera escala del Camino de Santiago en España que comienza poco antes de Canfranc, cerca de la frontera. El paisaje es sobrecogedor, la cadena montañosa te hace sentir un mico. Militares y montañeros se unen a heroinómanos sobrevivientes de la fiebre ochentera del pico, para darle todo su aspecto siniestro a estos bellisimos parajes.

Yo sólo quería hacer millones de fotos, literalmente. Martina y Dani (todo el mundo le llama Canijo, es un pro de snow que se ligó Martina la noche anterior en la convención de ventas de Burton) no comprendían mi exaltación ante las viejas montañas del Pirinero. Aragón. Es nombre de leyenda. Huesca. Lo mismo. Me sentia dentro de un cuento medieval rodeada de surferos de la vida que sólo piensan en cómo romperse la crisma en el próximo salto imposible.

Ellos están acostumbrados a este paisaje, viven en la montaña. Yo no. Además soy esquiadora tradicional, y turista ocasional. Veo montañas en Madrid, sí, pero la mayor parte de las veces son montañas de mierda. De los coches en caravana a las ocho de la tarde, de la gente que no tira la basura en los contenedores, de los que no saben que se ha inventado el desodorante y el jabón y se meten en el metro en hora punta para torturar al resto de los mortales y terminar de matarlos.

La primavera también ha llegado a Huesca. El deshielo hace que surjan mil riachuelos, cascaditas, torrentes. El agua se abre camino loca, vital, con alegría, sin pensarlo nada: domina el paisaje, baja por los riscos de piedra rojiza hasta nosotros. La carretera es sinuosa y está ensombrecida por los picos en la tarde. Vamos los tres a más de cien, salpicando el asfalto. Yo voy sentada atrás. Haciendo fotos a velocidad de vértigo. Dejo a los tortolitos conocerse mejor y me concentro en controlar mis miedos. La velocidad, la oscuridad, la humedad. Y de paso, el mareo.

Llegamos a Jaca, recojo, meto todo en el coche. Hago un par de fotos agotando la paciencia de mis amigos. La fortaleza y la cuidad vieja, tienen ese halo misterioso y antiguo que les da la sombra de las montañas y la población militar de la zona. Cuando tomo la salida de la cuidad el sol se pone, rosa. La luz no puede ser más como la de las historias de miedo. Le pido a la diosa de las montañas y de los rios que me dé fuerza para superar mi terror a conducir de noche y me encamino al centro de la península.

A pocos kilómetros supero Huesca y es de noche. Empieza a llover como si no hubiera un mañana al acercarme a Zaragoza. Llueve y llueve. Diluvia. Los relámpagos iluminan el horizonte. Me cago, a veces en todo lo que he estudiado. Los caminoneros van a 120, como si nada, a lo suyo, salpicando tanta agua que no veo nada. Ni la línea continua. La autopista está en obras por todas partes. Hay momentos en que el terror a hacer acuaplaning me paraliza. Noto como los neumáticos no tocan el asfalto en un par de ocasiones. La escoba y yo planeamos, surfeamos el asfalto. Mi espalda está tensa y me agarro al volante como hace veinte años que no me agarro a nada.

Cuatro horas de conducción noctura en plena noche de tormenta. Lo que necesitaba. Lo que ha querido la diosa del río darme. Cuando he aparcado enfrente de casa en Las Fosas se me ha escapado una maldición que sonaba a rezo. Sin embargo, he dormido como una niña buena. Creo que tengo la prueba superada. Pero no me ha hecho ninguna gracia. La próxima vez, a ver si se me ocurre decir que tengo miedo de ganar el euromillón, a ver que ocurre.

6 comentarios:

  1. Hay que ir superando miedos, y lo has hecho bien porque lo has hecho y ya está. Y se supone que eso es lo importante de toda cuestión ;)

    Un besazo, Maggie-valiente.

    (avisa cuando te lleves el euromillón, por favor)

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  2. Elektra, querida, no sabes que nochecita ayer. A veces en la carretera me entretenía pensando en la entrada, jaja. O pensaba que pasaría con el blog si no llegaba. Lo que puede llegar a pensar una...

    Pero ya estoy de vuelta, y eso es lo importante.

    Besitos

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  3. Mi querida amiga, yo tengo miedo a enamorarme de usted y tambien a que un vikingo entre por la puerta de mi habitación en plena noche y pretenda jugar al "kürgredaen" conmigo.
    Espero que si los miedos se conviertan en realidad, sea el primero.
    Siempre suyo
    Un completo gilipollas

    pd. "kürgredaen" es como el "teto" pero en vikingo.

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  4. Como dice el gran gran Nacho, "tan presente como el miedo se me hizo la verdad y ahora que los tengo enfrente sé que seguirán ahí siempre".

    Y desde mi punto de vista y tras 5 años de carrera de Psicología creo que puedo decir que todos los putos trastornos mentales se fundamentan en el miedo, salvo cosas muy biológicas como la esquizofrenia y tal, el resto... todo puto miedo.

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  5. Superar miedos, especialmente miedos enfermizos, está bien. Tener miedo es lo que te ayudó a llegar con bien. El miedo es sano, sobre todo si hay motivo.
    Me alegro que te impresione mi tierra de la que estoy muy lejos.
    Un beso

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  6. Mi querido Sr. Gilipollas,

    es Ud. lo más tierno que me he encontrado con una bolsa en la cabeza. Si no fuera porque tengo el corazón lleno de rencor, se lo ofrecería. Uno de mis miedos, que más se ha agudizado en los últimos meses es el miedo a los hombres, sobre todo los que llevan bolsa...Cuidado con los jueguecitos que vienen del norte, si se agacha a por un huevo de Pascua, por la diosa, mire antes si no hay ningún vikingo cerca. Ya sabe que les gusta dar por culo a los incautos.

    Siempre suya,

    La Maga Moderna

    Flaura, querida, debo estar llena de trastornos que me acechan con la edad. Me he dado cuenta que me da miedo casi todo...Supongo que la mejor opción es enfrentarlos.

    Un saludo muy fuerte

    José Vicente, me encantó tu tierra y me hizo bien ir allí. Me encuentro mucho mejor de mi desamor y mi tristeza. ha sido un viaje muy divertido y he conocido gente majisima. Volveré.

    Un beso

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confiesa aqui o en: lamagamaggie@gmail.com

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