las flores,
pero no podrán detener
la primavera.
la primavera.
Pablo Neruda (1904-1973) Poeta chileno.
Esta es la última noche del invierno y ha sido el día del padre. Mi padre está en Fuerteventura disfrutando de su jubilación y del viento. Yo no he salido de puente. Simoneta quería ir conmigo a Lisboa, pero ha preferido la invitación de Don Rodrigo para follar en Sevilla, que es una pura maravilla. Así que me consuelo pensando que estando en paro y pudiendo irme cuando quiera, no le veo el sentido a irme, cuando millones de madrileños esperan atestar Sevilla o cualquier otro lugar, para cambiar la cama dónde correrse.
Lo importante es irse. Largarse de Madrid, a dónde sea. Dejar la jodida cuidad y lo que significa. Dejar al asfalto tirado como una colilla. Si no te vas, eres un pringao frente a tus compis de trabajo. Sobre todo eso. Una estupidez supina. Una tontería que hace que los hoteleros se froten las manos. ¡Qué bien que ya no tengo compis de trabajo, a los que dar envidia!. Ahora tengo compis de paro, cinco millones. No me siento nada sola, pensando la cifra. Y no me dan ganas de dar envidia a unos pobrecillos.
Me voy el domingo a ver a Martina, el cuerpo, a Jaca dónde está pasando el invierno trabajando en las pistas. Martina, la pequeña bailarina. Bajar unas pendientes y dejar la nieve llena de rabia es lo que necesito. Supongo. Cuando todo el mundo llegue del puente, yo me montaré en la escoba y le daré gas. Volaremos al norte, al gran blanco. Me gusta eso de llevar la contraria. Me encanta poderlo hacer ahora a mis anchas. Ese es el descubrimiento del día. Del año. De la década.
He pasado la tarde diseñando. Haciendo pruebas para unos accesorios que llevo tiempo pensando hacer. No estoy por la labor de volver a trabajar en la publi. Sólo si no es estrictamente necesario. Y lo de vender zapatos de a 500 pavos es una actividad que me gusta, sin embargo a la larga se hace bastante cansina. aunque está muy bien pagada, sobre todo en el Grupo Gucci. Te pagan muy bien por aburrirte. No entra ya casi nadie por culpa de la crisis, y por otras razones. Entre ellas el precio abusivo que tienen esos zapatitos de princesita. Aunque siempre hay fetichistas que con tal de ver los tacones al viento mientras la meten, se los compran a sus amantes. Eso son los caballeros, porque hay muchos que se conforman con pagar una mala cena y olvidar los condones. Un tema para otro post, sin duda.
Espero que este horrible invierno se lleve cuando se vaya, por fin, las decepciones tan profundas que he tenido a su paso. Espero que la primavera me ayude a perdonar. El proceso de sacar de mi vida las personas que no me convienen ha sido tan doloroso como la extirpación de las hemorroides sin epidural. Me he quedado más seca que la mojama. No me queda casi ni un resquicio de amor por la mayor parte de la humanidad. Humanidad, una palabra que me recuerda al metro.
Espero que mañana haga bueno. Voy a ver a una amiga, una ex-compi de trabajo, que hace un montón que no veo. Elsa, es una mujer morena, de piel blanca, con unos ojos verdes tan claros que parecen transparentar su espíritu aventurero. Alta, muy alta, y delagada. Todo le sienta bien, cualquier trapito. El único problema que tiene, y que no le sienta tan bien, es encontrar hombres a su altura. Midiendo más de 1,80, es comprensible. Hablando varios idiomas y acabando de aprobar sus oposiciones, todavía más. Quiero un montón a esta chavala, no se la puede llamar humanidad. Ella es eterna y bella, como Roma. Sólo me arrepiento de no verla más a menudo. Mañana toca ponerse el día de capitanes y náufragos. Recorrer La Latina. Bebernos el Manzanares, por lo menos yo. Contarnos nuestras aventuras en los mundos de Yupi.
Otra vez de puente y de turista por Madrid. La posibilidad de ver las calles desiertas sólo me motiva. Me gustaría que fuese somo si hubiese caído la bomba H. La perspectiva de poder aparcar, me motiva aún más que la desaparición de dos millones de madrileños. En el fondo, adoro pasar los puentes en Madrid, y ver como la gente se traga mil horas de atasco por unas horas de lluvia en otro lugar. Lo dicho, mañana empieza la primavera. A las 18 horas. Espero que llegue al agujero negro de mi corazón y lo llene de flores de colores. Eso si sería una pura maravilla y no follarse a un cincuentón en la capital hispalense.
Bienvenida sea la primorosa primavera. Al fin llegas. Como todo.
pie de foto: Soportales de la Plaza Mayor, Madrid 2010. Foto propia.
Esta es la última noche del invierno y ha sido el día del padre. Mi padre está en Fuerteventura disfrutando de su jubilación y del viento. Yo no he salido de puente. Simoneta quería ir conmigo a Lisboa, pero ha preferido la invitación de Don Rodrigo para follar en Sevilla, que es una pura maravilla. Así que me consuelo pensando que estando en paro y pudiendo irme cuando quiera, no le veo el sentido a irme, cuando millones de madrileños esperan atestar Sevilla o cualquier otro lugar, para cambiar la cama dónde correrse.
Lo importante es irse. Largarse de Madrid, a dónde sea. Dejar la jodida cuidad y lo que significa. Dejar al asfalto tirado como una colilla. Si no te vas, eres un pringao frente a tus compis de trabajo. Sobre todo eso. Una estupidez supina. Una tontería que hace que los hoteleros se froten las manos. ¡Qué bien que ya no tengo compis de trabajo, a los que dar envidia!. Ahora tengo compis de paro, cinco millones. No me siento nada sola, pensando la cifra. Y no me dan ganas de dar envidia a unos pobrecillos.
Me voy el domingo a ver a Martina, el cuerpo, a Jaca dónde está pasando el invierno trabajando en las pistas. Martina, la pequeña bailarina. Bajar unas pendientes y dejar la nieve llena de rabia es lo que necesito. Supongo. Cuando todo el mundo llegue del puente, yo me montaré en la escoba y le daré gas. Volaremos al norte, al gran blanco. Me gusta eso de llevar la contraria. Me encanta poderlo hacer ahora a mis anchas. Ese es el descubrimiento del día. Del año. De la década.
He pasado la tarde diseñando. Haciendo pruebas para unos accesorios que llevo tiempo pensando hacer. No estoy por la labor de volver a trabajar en la publi. Sólo si no es estrictamente necesario. Y lo de vender zapatos de a 500 pavos es una actividad que me gusta, sin embargo a la larga se hace bastante cansina. aunque está muy bien pagada, sobre todo en el Grupo Gucci. Te pagan muy bien por aburrirte. No entra ya casi nadie por culpa de la crisis, y por otras razones. Entre ellas el precio abusivo que tienen esos zapatitos de princesita. Aunque siempre hay fetichistas que con tal de ver los tacones al viento mientras la meten, se los compran a sus amantes. Eso son los caballeros, porque hay muchos que se conforman con pagar una mala cena y olvidar los condones. Un tema para otro post, sin duda.
Espero que este horrible invierno se lleve cuando se vaya, por fin, las decepciones tan profundas que he tenido a su paso. Espero que la primavera me ayude a perdonar. El proceso de sacar de mi vida las personas que no me convienen ha sido tan doloroso como la extirpación de las hemorroides sin epidural. Me he quedado más seca que la mojama. No me queda casi ni un resquicio de amor por la mayor parte de la humanidad. Humanidad, una palabra que me recuerda al metro.
Espero que mañana haga bueno. Voy a ver a una amiga, una ex-compi de trabajo, que hace un montón que no veo. Elsa, es una mujer morena, de piel blanca, con unos ojos verdes tan claros que parecen transparentar su espíritu aventurero. Alta, muy alta, y delagada. Todo le sienta bien, cualquier trapito. El único problema que tiene, y que no le sienta tan bien, es encontrar hombres a su altura. Midiendo más de 1,80, es comprensible. Hablando varios idiomas y acabando de aprobar sus oposiciones, todavía más. Quiero un montón a esta chavala, no se la puede llamar humanidad. Ella es eterna y bella, como Roma. Sólo me arrepiento de no verla más a menudo. Mañana toca ponerse el día de capitanes y náufragos. Recorrer La Latina. Bebernos el Manzanares, por lo menos yo. Contarnos nuestras aventuras en los mundos de Yupi.
Otra vez de puente y de turista por Madrid. La posibilidad de ver las calles desiertas sólo me motiva. Me gustaría que fuese somo si hubiese caído la bomba H. La perspectiva de poder aparcar, me motiva aún más que la desaparición de dos millones de madrileños. En el fondo, adoro pasar los puentes en Madrid, y ver como la gente se traga mil horas de atasco por unas horas de lluvia en otro lugar. Lo dicho, mañana empieza la primavera. A las 18 horas. Espero que llegue al agujero negro de mi corazón y lo llene de flores de colores. Eso si sería una pura maravilla y no follarse a un cincuentón en la capital hispalense.
Bienvenida sea la primorosa primavera. Al fin llegas. Como todo.
pie de foto: Soportales de la Plaza Mayor, Madrid 2010. Foto propia.
La primavera va a arrasar con todo, ya vas a ver.
ResponderEliminarQue injusticia, todos queriendo huir de Madrid y yo soñando con llegar algún día.
Besos
Hola Fher, pues eso espero...a ti te toca el otoño, que también es muy bonito. Madrid es lo que tiene, produce un efecto amor-odio muy curioso. Espero verte por aquí algún día. Mi viaje a tus tierras está también pendiente.
ResponderEliminarUn beso
Como diría el Robe, deja que llegue la primavera, y así me paso la vida entera...
ResponderEliminarUna puta maravilla, aquí no hubo puente pero visité Bilbao y adoré el viento sur y la lluvia. Pero porque una ya está hecha a los 20 días de sol al año.
Pero por siempre llevaré en mi corazón y envidiaré en mis entrañas la luz de Madrid, sobre todo en invierno para descongelar corazones.