Lo peor no es cometer un error,
sino tratar de justificarlo,
en vez de aprovecharlo como aviso providencial
de nuestra ligereza o ignorancia.
Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) Médico español.
Hoy he cometido un error. Como todos los días, no hay día que no me confunda con algo, una coma, el color de los calcetines, o me olvido de ponerle agua a mi perro y comida a la gata. Pero el error de hoy me ha asustado un poco y casi me da un patatús.
Como me paso la vida en las nubes, sobre todo últimamente, se me ha olvidado echar gasolina a la escoba. He comido y me he entretenido viendo el telediario. Iba con prisa y me he saltado la gasolinera de la Concord que es la única de camino a Madrid por la carretera de La Coruña. Además iba cantando con la música a todo volumen.
Al salir de clase de italiano he llamado a Simoneta para recogerla en el trabajo, le he dicho que tenía que echar gasolina, pero ella me ha asegurado que llegaba hasta su curro sin repostar. Yo le he hecho caso y allí me he presentado. En el semáforo enfrente de Correos me he encontrado a cuatro municipales empujando un trasto plateado que parecía averíado y sólo se me ha ocurrido sacar una foto.
He recogido a Simoneta y me ha reportado las últimas noticias sobre Don Rodrigo, que no son demasiado alagüeñas. Hemos cruzado Recoletos, la Castellana, hemos llegado a la carretera de La Coruña, hemos cogido el BUS-VAO. Hablando de la ignorancia y listeza de Don Rodrigo y de los hombres en general a 120 por hora, por el carril central del la A6, imposible de abandonar. Es un carril con placas de hormigón armado a ambos lados, pensado para que los autobuses y los coches con más de un ocupante puedan ahorrarse el atasco. Te ahorras el atasco, pero estás condenada si se te para el coche. No hay arcén. Ni posibilidad de parar. Si paras arriesgas la vida. Y montas una del carajo. En la hora punta, eres mujer muerta, a lo mejor no te pilla un coche, o te arrolla un camión, lo más seguro es que te mate un autobusero a insultos.
La luz ha llegado a mi cerebro. Demasiado tarde. Me he visto parada en este carril asesino. El ibiza empieza a perder potencia y me acojono. Me acojono de verdad. Levanto el pie de acelerador y me dispongo a salir por la próxima salida a 60 km/h, una salida que parece no llegar nunca.
¡Qué loca estoy! ¡Pero que loca, cómo se me ha podido pasar! Simoneta no negaba, sólo intentaba calmarme. Te cae una multa del carajo por quedarte sin gasolina, por no hablar del lio que se monta. Oh dios, oh dios. Hemos llegado a la gasolinera de milagro. El superibiza ha hecho 103 km. en reserva, todo un récord. No sabía que podía hacerlo. Está claro que es un buen coche. Nunca me ha dejado tirada en cinco años, aunque me esfuerce en ello. Me ha vuelto a demostrar que puedo confiar en mi escoba. Es ella la que no puede confiar en mi, la pobrecita.
He aprendido la lección y ya no pienso dejar de dar de comer a mi pobre coche, ni al perro ni a la gata. Eso es todo, a las cosas buenas hay que alimentarlas. Además ahora ya sé el limite de mi reserva, que nunca viene mal. Estaría bien que algunos hombres reconocieran también sus errores, que no culpasen a los demás por sus faltas y que aprendiesen la lección. Si no alimentas el amor que se te da, la reserva se puede acabar y en el momento más peligroso. Porque errar es humano y reconocer un error sirve para mejorar. Los que no saben reconocer sus errores simplemente no aprenden. Son necios que se quedan necios y lo peor es que ni cuenta se dan de su propia necedad.
pie de foto: carretera de La Coruña y su BUS-VAO con la Puerta de Hierro al fondo. Foto propia
¿Seguro que era la gasolina? 100 en reserva me parecen pocos... o a lo mejor es que yo tampoco tengo conocimiento.
ResponderEliminarHola South, pues no sabría que decirte...a mi me han dicho que el ibiza (el más bajo de la gama y diesel) aguanta 50 km. en reserva, pero por lo que parece aguanta más. yo pongo el contador de km. a cero cuando se enciende el piloto de la gasolina y por eso lo sé...pero bueno, al final sólo ha sido el susto. Menos mal!
ResponderEliminarVaya amigas tan buenas consejeras que tenemos tú y yo ;)
ResponderEliminarEn fin, yo una madrugada recorrí como diez kilómetros en una autopista desierta con una rueda reventada. Hasta que empezaron a saltar chispas y ya tuve que parar...
Beso para sellar el final de susto.
jaja, Elektra, de eso puedo hablar también...un día de estos cuento como he pinchado mi última rueda y quién me la cambió...sólo decir que no cumplía la treintena y que eran las ocho de la mañana de un domingo.
ResponderEliminarNo digo nada nuevo cuando digo que los coches no son lo mio.
Un besote
No hay nada como una escoba de esas de verdad...las de gasolina pues no pagan...
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