sábado, 20 de febrero de 2010

comecorazones


¡Quién necesita piedad, 
sino aquellos que no tienen compasión de nadie!
Albert Camus (1913-1960) Escritor francés.

Nunca me he sentido así. Tengo una edad en la que piensas que ya casi todo lo has visto y lo has vivido. ¡Vaya prepotencia!. Ya tuve un desengaño mayúsculo a los treinta y pico del cual tardé varios años en recuperarme. Es una historia tan sórdida y que me ha costado tanto tiempo digerir que prefiero no acordarme. Sin embargo, es inevitable que mi mente haga comparaciones. Al final me he dado cuenta que es cierto que la especie humana es la única que tropieza dos veces en la misma piedra. ¡Yo que me creía muy lista!.

El primer golpe siempre crees que va a ser el último. Hasta que te la vuelven a dar. Por eso éste me duele aún más. Porque no lo supe ver, fui incapaz de verlo venir. Eso demuestra mi incapacidad, demuestra lo poco que aprendo con las lecciones de la vida. Ahora, mirando al pasado, maldigo el día en que te respondí. Maldigo el día en que me apiadé de ti y de tu corazón roto por otra mujer. Maldigo mi candidez y mis ganas de agradar. Maldigo mis ganas de vivir y de demostrar a los demás lo bello de la vida. Tengo muy mala memoria y me cuesta un horror ser rencorosa. Se me olvidan los desplantes y aunque tengo un pronto bastante fuerte suelo olvidarme de las broncas y pedir perdón con tal de solucionar las cosas. Pero en este caso no, en este caso me arrepiento. Maldigo y clamo al cielo, pensando cómo pude ser tan idiota de dejarte entrar de nuevo en mi vida. ¿Cómo no pasé de ti y dejé aquel email sin contestar?.

Cuando tenía diez años lo eras todo para mi. Te buscaba y admiraba, como sólo una niña enamorada, que no sabe lo que es el amor, puede hacerlo. Te perseguí, te adoré, me hice amiga de tu hermana con tal de estar cerca de ti durante años. Supongo que eso puede ser muy cargante para un chaval de catorce años. Ya te encargaste tú de humillarme mil veces, hasta que un día en la cocina de tu casa te pasaste tanto que no volví a dirigirte la palabra. Crecimos, cumplimos años y cuando tuve dieciocho y me enteré que te mudabas de la urbanización se me partió el alma. Llevaba cuatro años sin saludarte. Saliste de mi vida.

Ya me lo reconociste mucho después una noche después de que te follara bien. Te habías dado cuenta de todo mi cariño infantil, te parecía una cría muy guapa pero que no querías nada porque era una canija de urbanización siguiéndote por todos lados.

Veintitantos años más tarde llamaste a mi puerta. Y yo que había olvidado que existías te la abrí. No me acordaba ni de tu nombre. Memoria selectiva, hay recuerdos que es mejor no despertar. Y recordé. A mi mente llegaron los tiempos de mi inocencia y quise darte otra oportunidad. Entonces entraste, te abalanzaste sobre mi pecho, me lo abriste y me arrancaste el corazón. Te lo comiste crudo y sangrante delante de mis incrédulos ojos. No sin antes advertirme que estaba muy sabroso y darme las gracias muy amablemente.

Hoy maldigo esa debilidad mía. Maldigo la piedad que me hizo querer ser tu amiga y ayudarte a superar que tu mujer te dejara. Hoy sé por qué tu mujer te dejó. Te dejó porque te alimentas de corazones.

Hoy ya no tengo corazón ni piedad. Tu mordisco me ha convertido en vampira. Ya no quiero encontrar el amor, no. Igual que tú. Reniego. Ya lo he encontrado y me ha transformado en una zorra despiada con ganas de alimentarse de otros corazones. Hoy maldigo el día en que te abrí mi puerta.

5 comentarios:

  1. La devoradora de corazones, una bonita historia con final abierto (dentro de la rutina caníbal, claro).

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  2. Si me han dicho que es lo mejor contra el mal de amores, me lo dijo el que se comió el mio.

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  3. Mi querida señora, siento ser tan obvio pero lo mejor contra el mal de amores... ya sabe usted lo que es. Le daré una pista, también se come (aunque no corazones) y se ejecuta en varias posiciones (casi todas horizontales).
    Siempre suyo
    Un completo gilipollas

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  4. Querido Completo,

    Me encantan sus comentarios tanto como sus aventuras, que sepa que pienso seguir su sabio consejo.

    A sus pies señor mío.

    La Maga

    Rosita, me he dado una vuelta por tu blog y me ha encantado. Me alegro de que te guste el mio. Nos seguimos!

    Un beso

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confiesa aqui o en: lamagamaggie@gmail.com

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