lunes, 18 de enero de 2010

el destino de la mariposa

Los caminos del señor son insondables. Si, es cierto. Nunca sé por dónde me va a salir, o a entrar, este señor al que yo llamo Destino. Me impresiona la forma en que las cosas, los hechos y las personas están conectadas. No es nada nuevo. Por supuesto, casualidades, hechos encadenados y todo tipo de sincronicidades se han dado siempre. ¿Pero qué es la comunicación si no es básicamente movimiento? Para comunicarse hay que moverse. Aunque sea sólo un guiño, minúsculo, eso ya comunica. Ese movimiento, ese que ni pensamos, al que no damos importancia. Ese, es el que puede cambiar de un plumazo el curso de una historia, o de una vida. Esas alas de la mariposa famosa tan efectista. Esas mariposillas del destino que se alían para la suerte y la desgracia.

Lo que nos sucede en la vida siempre es fruto de un movimiento. Pensamos: "¿qué he hecho yo para merecer esto?" e intentamos ver cuando y dónde empezó la cadena de sucesos que nos llevo a ese estado en el que nos encontramos. En el fondo, somos responsables de lo que nos sucede. Eso siempre en cierta medida, porque lo queramos o no, los movimientos de los demás nos afectan, conducen también nuestra propia suerte. De esta manera, nos encontramos con millones de mariposas moviendo las alas al unísono, generando reacciónes en cadena incontrolables, que nos llevan a cumplir o no nuestras metas, sueños o lo que nos apetezca. También influyen en nuestras desgracias, accidentes y tragedias, esas concatenaciones de hechos impredecibles con un final fatídico.

Las elecciones pensadas, las que se toman como proyectos, esas que mides, cuantificas, y planeas hasta el último detalle para no dejar nada al azar, son las que más quebraderos de cabeza dan. Siempre surge algo que no habías pensado, y de un plumazo te tienes que esforzar en enderezarlo. Eso supone un esfuerzo extra y no garantiza que el resultado final sea el mejor, a lo mejor era el planeado, pero no el óptimo. Forzar las cosas nunca funciona. Nunca. Por mucho que queramos, si no fluye, no funciona. Por eso, no se pueden forzar las casualidades ni el destino. Se pueden evitar errores, pero si algo tiene que ser será, si no sale por un lado será por otro, para bien o para mal, y poco podemos hacer, en verdad.

El destino es como el agua, siempre se abre camino en su fluir, y por el caudal más natural. Si le ponemos barreras al destino, lo más normal es que el día de la inundación arrase con tus muros, tu casa, se lleve tu coche por delante y, si te descuidas, con el perro dentro. Puedes volver a reconstruir tu casa en el mismo lugar, subir los muros, hacerla más estable, intentar cambiar el curso del río, y volverá a llover torrencialmente un buen día, y el torrente del destino volverá a llevarse todo por delante. Así, hasta que decidas moverte o comprarte un barco.

Hay veces que me quiero quedar muy quieta y no hacer nada, no moverme, para que no suceda nada más. Nada. Pues esa misma inactividad genera cosas. Todavía me pregunto: ¿por qué?, ¡dios mío! ¡¿por qué? a mi!. ¿Tenías que estar conectado?.Tú me viste, yo no podía reconocerte. ¿Por qué no me dejaste ir?, ¿qué te llevó a llamar mi atención?. ¿Qué pretendían los hados enseñarme?

Un sólo e-mail desvió mi vida y ni siquiera me dí cuenta. Tú apretaste la tecla del destino. Dos palabras como asunto, de un remitente desconocido. Catorce palabras escritas, una fina línea de letritas negras, con tipografía arial del diez.

de: guillermo000
para: vanille71
asunto: ¿eres maggie?
yo creo que sí. eras una niña muy guapa y ahora eres un cañón


Debí negar mi identidad, hacerme la loca. La curiosidad me incitó a abrirlo y me estalló en la cara. Me mató como al gato. Debí quedarme quietecita, no sabía que si el pasado llama, es que algo quiere. Debí hacer caso de mi instinto al ver el mensaje: peligro. Pero no, no pude, supongo que fue mi factor ulises el que me llevó a hacerlo. Ese ansia mía por vivir nuevas experiencias me llevo a no ver las señales.

Si me encontrara en la misma situación volvería hacerlo. Aunque hay días que maldigo ese frío sábado de marzo. Los buenos momentos han compensado, y con creces, si me preguntas, todas mis lágrimas. Es más, me han llevado por un nuevo camino, que no me imaginaba ni remotamente el día que abrí tu correo bomba.

2 comentarios:

  1. Interesante reflexión sobre el destino y sobre la responsabilidad. Y por cierto...que bien escribes.

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  2. Muchas gracias Forma, oír eso de ti, que eres tan bueno, es un gran aliciente. Siempre espero tus nuevos relatos.

    Gracias de nuevo, un saludo

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confiesa aqui o en: lamagamaggie@gmail.com

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