lunes, 11 de enero de 2010

a través del clima



Después de la nevada de esta noche en Madrid y en mi corazón, hoy ha salido el sol. Inesperada sorpresa. Motivo más que suficiente para que mi espíritu herido se alegre. Soy así de simple. Todavía se ha alegrado más al comprobar que la gran nevada impide que saque el coche y vaya al trabajo. Eso ya hace de éste el mejor lunes en lo que va de año. Que no es poco.

Me he levantado y ya me he puesto de buen humor al ver toda la nieve. He mandado un sms al trabajo diciendo que no iba a poder ir. De repente, me he sentido mucho, pero que mucho mejor...Tengo que enfrentarme al hecho de que no puedo seguir haciendo lo que estoy haciendo, matarme de aburrimiento en este trabajo sólo porque es fácil y está la lado de casa, este es un suicidio profesional-intelectual-motivacional en toda regla, pero eso lo pensaré otro día como Escarlata O'Hara cuando Rhett la manda al cuerno. Hoy no voy a currar y eso lo importante.

He cogido la cámara y he decidido ir a dar un paseo hasta el pueblo, hacer fotos me relaja. De paso me voy a leer el periódico y a tomar un café al bar, en plan desempleada. Me encanta la idea. Tomarme un cafelito con leche en el bareto y tirarme una hora leyendo periódico sin que me interrumpan, como si mañana tuviera final en "Noticias Desastrosas Que Nos Amenazan Constantemente", una asignatura en la que voy un poquito floja.

Me encanta ver como el sol se refleja en la nieve y en el asfalto, de pronto, todo es más limpio, más de postal. Irreal. Camino feliz respirando ese aire que trae la nieve, que huele a dulce y a ropa tendida.

Ya camino tranquila, sé que no pasarás. Un segundo me pincha el corazón, pensando todas esas veces que pasaste por delante de mi casa y que no nos cruzamos. Lo alejo de mi pensamiento; es como debe ser, tú así lo decidiste y no quiero ya cuestionar nada. Acepto y punto. Sigo caminando al bar.

Cuando llego el panorama es desolador: un viejo, un joven, uno intermedio, y la camarera. Me miran como si acabase de entrar desnuda. Saludan el viejo y la camarera. Hago lo propio, miro a mi alrededor, pido un café y me siento en la barra a leer. No hay música, ni radio, ni tele, nada. Se me hace raro. Me traen el café y me doy cuenta de lo que pasa, seguro que en este bar no ven a mujeres solas en edad de trabajar que se van al bar a leer y a tomar un café. Esa es una costumbre más bien masculina.

Bueno, me da igual, tengo que empollar para el final. Me encanta detenerme en los artículos de literatura, teatro, espectáculos y en los de opinión. Disfruto sobremanera cuando me los puedo leer sin prisas, como si fuera domingo. Pero es lunes. Solo puedo dar las gracias a este clima loco apocalíptico, que ha transformado un lunes en domingo.

pie de foto: foto propia

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