lunes, 25 de enero de 2010

la donna impegnativa*


Entramos en el local de moda de la capital, un sitio moderno con estilo ecléctico que me recuerda a los bares de Berlín. Mesas grandes de madera, paredes encaladas y lámparas estilo finales de los setenta. La música no está demasiado alta, suena Simple Minds. Cuando entro me gusta, hay bastante gente y de todo como en botica, mujeres con tacones de vértigo y hombres con media melena. Algunos jovenzulos que se creen rompedores, por llevar la camisa por fuera y algunas maduritas con extensiones y bótox industrial. Nos acercamos a la barra. Todo muy bonito y elegante, camareros guapos y guapas. No estoy mucho por la labor, la verdad es que ya he tirado la toalla, cuando salgo es para tomar algo con mis amigas, porque sé que lo que hay fuera nunca va a ser mejor que lo que llevo dentro.

Simoneta está impresionante, la melena rubia resalta con su vestidito azul marino, de corte impecable italiano. No lleva joyas, sólo los zapatos de tacón imposible. Su elegancia es hereditaria, en gen recesivo. Su cuerpo es pequeño, pero muy proporcionado. Lleva su ciudad natal en su melancólico mirar, en su peculiar acento de mercader, al hablar ese español prefecto. Tengo debilidad por ella, como por todo lo italiano. Cuando la escucho hablar parece como si los milenios de arte y cultura me susurrarán historias de amor. Casanova, Muerte en Venecia, los cristales de dolores de la catedral de San Marcos, la luz en sus ojos me recuerda a los atardeceres en el canal. Ella es Venecia, viajera incansable, genuina veneciana. Exportadora de cultura, es adorable, y sumamente inteligente. Ha parido en Tegucigalpa, lee a Goethe, en versión original, en Holanda los holandeses la adoptaron. Me encanta hablar con ella, me encanta visitar su casa llena de arte, me gusta su compañía. Sus comentarios a mi vida tortuosa, ella entiende de la vida, de arte, como entiende de amor.

Llegamos a la barra y pedimos un gin-tonic, me siento arropada por su aura cosmopolita. Ella me mira y ve mi dolor, lo conoce como yo conozco el suyo.
- En Italia, Maggie, no durabas ni cinco minutos en la barra - me dice en tono indignado, como si los españoles no supieran lo que se pierden.
- ¿Tú crees? Ya sabes, los españoles tienen mucho miedo al rechazo, ahora esperan que les entremos nosotras, así van sobre seguro -le contestó yo conocedora de la noche.
-Por eso te lo digo, a un italiano no le da miedo una mujer, las mujeres son un reto para ellos -me comenta muy segura, con un tono casado y suave acento.
-Pues tendré que ir. Lo que veo por aquí no hace que olvide a Emilio, al contrario. No veo nadie que pueda competir con él. ¡Pero si ni siquiera se molestan en intentarlo! - digo paseando la mirada por el local. Desafiante. Un par de ojos la eluden. -¿Ves?

Dos hombres maduros y muy bien vestidos se acercan a la barra, por el lado de Simoneta, ella no les ve porque les da la espalda. Se lo hago notar mientras miro intensamente al hombre. Se da cuenta de que estoy hablando de él. Empieza el juego. Se acerca a ella con un comentario mundano. Comienzan a hablar. Me pierdo en mis pensamientos, pero no la dejo sola. Imagino que apareces, tus ojos me buscan entre la multitud, me coges la mano y me miras a los ojos sonriente. Nos gustaba salir de copas y contarnos la vida. Desde que te has ido, ya no bebo ron. Ellos ya están en el ajo. Se nota que es un caballero. Llegados a un punto encuentro un sitio dónde sentarme al fondo del bar y se lo dgio. Nuestros amigos están allí y prefiero mezclarme en conversaciones de mortales, en vez de seguir mi conversación con tu fantasma. La dejo a solas con él. Cuando llega la veneciana, con su andar bamboleante de góndolera y su sonrisa de monalisa, sé que ya tiene un admirador más.
- ¿Sales con alguien? -le pregunta él sin miramientos
- No -responde ella sin rodeos
- Eso habla muy mal de los madrileños -sentencia él, sin saber que le ha leído el pensamiento.

*la mujer estimulante
pie de foto: La dama que descubre el pecho (1570) Oleo sobre lienzo. 61 x 55 cm. Museo del Prado. Madrid. Jacopo Robusti Tintoretto

5 comentarios:

  1. Eres muy buena narradora, Maggi. Además de tus propias emociones transmites muy bien el ambiente del bar, las escenas, las personas y todo con buen estilo literario.

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  2. Maggie: me abruma lo que escribes. Gracias. Me encantó la traducción de "impegnativa" con "estimulante" aunque tengo que decir que los hombres suelen huir de una "impegnativa" para buscar a una "estimulante".
    Otro pequeño apunte: para parecerme a la dama de tintoretto debería pasar primero por un buen quirófano.... Besos, Simoneta

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  3. Solateras, muchas gracias por tu comentario, aprendo cada día, y disfruto mucho, la verdad...seguiré adelante, escribir me acompaña.

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  4. Anónima, gracias a ti. Estimulante se refiere a que estimula la inteligencia, a que es un reto...muchos hombres tienen miedo a los retos, lo sabes bien. Prefieren las damas dóciles a las estimulantes...

    tintoretto te retrató muy bien...

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  5. El bar es el ultimo refugio de la jungla que le va quedando a la ciudad, uno de los pocos lugares donde te puede cambiar la vida en una noche.

    Muy bueno tu blog!

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confiesa aqui o en: lamagamaggie@gmail.com

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